Editorial
Vanguardia Liberal, Bucaramanga
Noviembre 29 de 2009
Neville Chamberlain fue un político inglés que ocupó el cargo de Primer Ministro del Reino Unido entre 1937 y 1940. Fue un hombre bien intencionado y amante de la paz por sobre todas las cosas, que sin embargo pasó a la historia como la persona que cayó en el juego de Hitler, fue abiertamente engañado por el dictador alemán, le entregó en bandeja a Checoslovaquia y lo peor, ni así pudo evitar la guerra. Para volver corta una historia larga, la lección que le dejó Chamberlain a la posteridad consiste en que no se pueden hacer concesiones exageradas ni tomar posiciones blandas en las relaciones con gobernantes difíciles y peor aún, populistas. Y menos, cuando se trata de mandatarios que rayan en la demencia, tal como le sucedió al inglés con el Führer nazi.
Cualquier parecido con el presente que vive Colombia no es precisamente una coincidencia y si bien es necesario establecer las diferencias evidentes de contexto, son muchas las enseñanzas que podría aplicar el Gobierno Nacional en el manejo de las relaciones con el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías.
Y no, no se trata bajo ningún punto de vista de responder las agresiones verbales del Presidente vecino con embestidas del mismo calibre callejero. Menos aún, hablar o considerar una guerra que solo traería sufrimiento y destrucción a dos pueblos hermanos, afectados ya por la pobreza y el subdesarrollo crónico.
La gran enseñanza del error de Chamberlain, es sobre la necesidad de pararse duro. De hacerse sentir y no asimilar los ultrajes sin respuesta alguna.
Es que Chávez también tiene mucho qué perder. Sus órdenes de bloqueo económico, deberían tener como réplica una suspensión de suministros vitales para ese país que Colombia ha seguido proveyendo a pesar de los insultos y las agresiones.
Tratar de razonar con el mandatario venezolano ha resultado ser imposible. Sin embargo, lo que cada vez queda más en evidencia, es la intención de Chávez de acudir a un altercado por lo menos fronterizo, que instaure un enemigo común para los venezolanos al que se le pueda echar la culpa del desastre que ha sido su Gobierno.
Colombia no puede caer en esa estrategia, razón por la cual puede resultar más beneficioso mostrar también los dientes, que poner la otra mejilla como se ha hecho hasta el momento. Otra mejilla que Chávez golpea cada vez con más confianza, tal vez bajo la convicción absoluta de que es el miedo el que prima de este lado de la frontera, cuando la verdad demuestra que en el plano militar, el Ejercito Nacional está muy por encima de las filas chavistas, por lo menos en lo que a capacidad de combate se refiere.
En otras palabras, la valentía no es precisamente una de las características de Hugo Chávez Frías. Por esa razón, una posición fuerte ante la próxima agresión, puede fácilmente servir, por contradictorio que parezca, para evitar un conflicto internacional.
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