Rafael Nieto Loaiza
El País, Cali
Noviembre 29 de 2009
El viernes, por “extremo estrés, al parecer por el clima de tensión por los enfrentamientos entre la Corte y el Gobierno”, fue hospitalizado el vicefiscal general Fernando Pareja. Lo leo y no me lo creo. ¿Se estresó el señor Vicefiscal por las diferencias entre la Suprema y el Presidente? Releo. Para sacarme de dudas, el diario sostiene su información en “una fuente de Fiscalía”.
Aun así, no termino de convencerme. ¿Qué me sucede? ¿Será que este mundo cínico me ha transformado en un escéptico incurable, en un desconfiado irredimible? Y, peor ¿insensible a la enfermedad del prójimo? Pero no, miro mis entrañas y ahí está el mismo que se conmueve con el dolor ajeno, arde frente a las injusticias y llega, incluso, a ser un tanto sensiblero, de aquellos que enjuga lágrimas en las películas románticas.
¿Por qué entonces me niego a aceptar el motivo de la hospitalización del segundo a bordo en la Fiscalía? No logro entender por qué el Vicefiscal puede “estresarse” por la pugna entre Corte y Palacio de Nariño. Y además terminar en la clínica por ello. Al fin y al cabo ni él está en la Suprema ni es parte del Ejecutivo. Es cierto que, sin embargo, el doctor Pareja ha sido siempre funcionario de la Rama Judicial y era hasta hace pocos meses magistrado del Tribunal de Bogotá. ¿Será acaso que, identificado con sus antiguos colegas, siente como propias las presiones que viven los honorables de la Corte? La solidaridad sería entendible, pienso. Pero no suficiente para enviarlo al sanatorio, digo.
Recuerdo ahora que Pareja abandonó su cargo, sólo de manera temporal y con permiso de la Corte, para asumir la Vicefiscalía. Y que Mendoza, Fiscal encargado, lo nombró por solicitud de magistrados de la Suprema. ¡Y de golpe la revelación me derriba del caballo! Pareja ha de estar estresado, hasta el punto de la internación “por reacciones psicosomáticas o trastornos sicológicos a veces graves” (según definición de la Real Academia), porque aspira a quedarse en el cargo de Fiscal General. Apuesta a que la terna siga “inviable”, el enfrentamiento se agudice y la Corte, como ya lo ha insinuado, designe Fiscal a dedo. ¡Y el índice magistral apuntaría a él! Él, el elegido, ungido como cabeza del segundo órgano más poderoso del país después de la misma Corte. Semejante posibilidad lo agobia.
Y lo enferma. Ahora entiendo el desvarío de calificar de “delito de lesa humanidad” la bomba al avión de Avianca en 1989. Y el delirio de sostener que el caso podría llegar a la Corte Penal Internacional. Pareja estaba enfermo, enfermísimo, cuando hizo tales afirmaciones porque es inconcebible que un jurista aspirante a Fiscal no sepa que ese tribunal internacional sólo tiene competencia por hechos ocurridos después de julio del 2002, sólo cuando el Derecho Internacional (no el fiscal nacional de turno) los califique como crímenes internacionales, y en la hipótesis de que la justicia colombiana maniobre de mala fe para dejarlos en la impunidad. Como no creo que el Vicefiscal sea tan tonto como para hablar en contra de su propia gestión…
¿O será acaso que lo que en verdad quiere Pareja es esconder la brutal ineficacia de nuestro sistema de administración de justicia y tratar de impedir la prescripción del delito? Me estoy volviendo en exceso malpensado y suspicaz. Voy a ver si me internan. Quizá también yo necesite una cura para el estrés.
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