Alexander Cambero
El Tiempo, Bogotá
Noviembre 27 de 2009
Hugo Chávez es un personaje estelar para la psiquiatría. Sus evasiones hacia la irrealidad les servirían a los más encumbrados científicos para descubrir las distintas fases de personalidad que sufre un hombre en el poder. Gruesos volúmenes se llenarían con sus fantasías de película. Sus fieles focas cargadas de sumisión y delito se ríen de escuchar tanta payasada. Otros, más inteligentes, lo observan con lástima, saben que en cualquier momento se acabará el festín. Que tendrán que pagar por los incontables daños causados a la patria. Su mayor anhelo es que el magnate de Miraflores pueda sortear sus dificultades psicológicas, para ellos seguir teniendo la posibilidad de amasar mayor fortuna.
Sus ideas son el revés de la lógica. Representan el desquicio propio de cerebros empantanados por la suave cuajada de los gusanos verdes del Kalajari. El veneno va penetrando hasta convertirlos en aeropuerto de moscas gigantescas. La irracionalidad haciendo coro en el planeta de los cuerdos.
¿En qué momento perdió la sindéresis? No lo sabemos. En sus ratos de lucidez hace chistes y viabiliza circunstancias que cree que rompen los paradigmas. En el fondo es un individuo con múltiples temores. Esas demostraciones de hercúlea manifestación del prototipo del hombre inquebrantable son un muestrario de desórdenes de personalidad, que lo hacen pasar del circo a la neurosis obsesiva.
Dos caras. El anverso y el reverso en una misma mente. Una especie de hombre equilibrado, y el monstruo dispuesto a destruir lo que la lógica impone. Por eso vemos que algunas veces se presenta mistificando al amor, y en otras, sus brazos son filosas espadas que buscan despedazar al adversario. Una cruenta lucha libra en su corazón ¿Quién se impondrá? El duro acontecer de su batalla interna lo deja exhausto, pusilánime; con pocos argumentos para volver al conflicto. Allí surge alguna fantasiosa enfermedad para salvarlo de la verdad infinita.
Es sumamente interesante el caso presidencial. Sigmund Freud hubiera muerto feliz de haberlo tenido entre sus pacientes. Su visita a los Estados Unidos en 1909, quien en compañía de Sandor Ferenczi y Carl Jung fue a recibir un reconocimiento de la Universidad de Massachussets, habría tenido mayor éxito si Hugo Chávez hubiera nacido en aquella época. Imagínense. Los centros de estudios atestados de médicos, estudiantes, periodistas y curiosos; esperando la presentación de un hombre que se cree el salvador del planeta. Toda una celebridad para la investigación científica.
¿Hasta dónde puede llegar un hombre trastornado? Sus desvaríos pueden causar risa o lástima, son dos ingredientes que forman parte de la difusa personalidad de mucho mandatario.
En Venezuela seguimos en la lucha. Nuestra democracia libra una dura batalla. Al final, la razón se impondrá.
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