Carlos Martínez Simahan
El Nuevo Siglo, Bogotá
Noviembre 28 de 2009
SE dice en los medios diplomáticos que los organismos internacionales (léase ONU, OEA, OMC…), se mueven a ritmo geológico y por eso les toca apagar incendios, en lugar de evitarlos, como debiera ser. Ningún tema justifica su existencia como impedir las guerras entre naciones ¿Podrán tales instituciones eludir el enfrentamiento armado entre Colombia y Venezuela? No daría un sí rotundo. Chávez lo está buscando sistemáticamente, agresivamente, progresivamente.
La muerte y desapariciones en la zona fronteriza son permanentes, como lo denunció el diligente defensor del Pueblo, Volmar Pérez, y como lo sufren los familiares impotentes ante el poder cómplice de Caracas. Claman al cielo las masacres de Barinas y Chururú, sobre las cuales el régimen despótico venezolano sólo responde con la repetición de la mentira oficial: “eran paramilitares”.
Semejantes barbaries recibieron el respaldo público de Chávez, quien en el mismo acto calificó de patriota a Idi Amin, logrando, por cierto, su cabal autorretrato. Las muertes de los jóvenes colombianos fueron perpetradas por las milicias bolivarianas, según lo afirman los comarcanos y los pocos periodistas independientes que aún quedan en Venezuela. Y, frente a las evidencias, no ha habido organismo de derechos humanos, ni personalidad sobresaliente, ni líder alguno del mundo, ni país, que exija la investigación que la civilización impone. Tamaña y cobarde salvajada será encubierta por la impunidad de los petrodólares y por la solidaridad criminal del “Socialismo del Siglo XXI”.
Por lo tanto, no debemos callar, ni cejar, hasta que se castigue a quienes se mancharon con la sangre inocente de nuestros compatriotas.
Ahora se insiste en la noticia que la guardia nacional venezolana visita con frecuencia poblaciones colombianas fronterizas, acompañada de miembros de las Farc y del Eln. En verdad, realizan un constante adoctrinamiento con la pretensión de socavar el respaldo que entre la población tiene el gobierno de Uribe. Además de cobijar a los subversivos, les dan seguridad y compañía para que hagan terrorismo entre nosotros.
Terrorismo, es la palabra clave. Irán lo exporta. Es ese el enlace íntimo de Chávez con Irán. Y el escenario por donde intentan penetrar en nuestro país son las universidades, especialmente las de Bogotá y Barranquilla. Milicias bolivarianas y dinero iraní actúan de consuno para captar juventud estudiosa y conducirla al infierno del fundamentalismo islámico.
También, ya avanzan, en lugar no tan secreto del país vecino, los ensayos con energía atómica. Y si las armas atómicas son un proyecto militar de Irán, no es precisamente hora de rezar. Por eso, cuando Europa y los Estados Unidos les cierran las puertas a Ahmadinejad, Chávez convence a Lula y se le recibe en Suramérica. (Un vaticinio: con la visita del Presidente de Irán empezarán muchos problemas para Brasil. Lula se los buscó). Finalmente, todo nos dice que hay poco espacio para el optimismo.
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La Comisión Asesora destacó el informe que presentó una misión internacional. Aunque no se conoce, se comenta sobre las recomendaciones densas y oportunas que contiene. Es bueno atenderlas. La inexperiencia del Canciller colombiano en la diplomacia multilateral debe suplirse con prontitud. ¡Buena actitud de la Asesora!
P. S. La mediación de una de las partes suena a chiste gringo: muy flojo.
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