Ricardo Plata Cepeda
El Heraldo, Barranquilla
Noviembre 16 de 2009
Los economistas llaman "externalidades" a los efectos colaterales, resultantes de un bien o servicio, que no están incluidos en su precio o en su costo. Se podría afirmar que la historia de la economía formal es en gran parte la historia de la introducción de las externalidades en los precios de los bienes transados. Así, luego de siglos de servidumbre o esclavitud, los costos laborales fueron introducidos en todas las actividades económicas del mundo. Y en las últimas décadas presenciamos como los costos ambientales van siendo asumidos por los contaminadores.
Existen externalidades negativas y externalidades positivas, o sea efectos colaterales perjudiciales o benéficos. La exclusión de cualquier de ellas en el precio de un bien se puede identificar como una falla del mercado. En el caso de las externalidades negativas una manera usual de corregir esa falla es hacer pagar un impuesto a quienes consumen el bien en cuestión. El impuesto a la gasolina, cuyo consumo pone a los demás a respirar aire contaminado e incide en el calentamiento global, es una medida típica tomada por la mayoría de los gobiernos responsables del mundo.
Y cuándo se trata de externalidades positivas se suele recurrir a los subsidios para compensar a quienes hacen cosas que se considera tienen unos efectos favorables para la sociedad que no están incluidas en su precio. El gobierno de Barack Obama, por ejemplo, obtuvo la aprobación de una ley de incentivos a quienes generaran energía con fuentes renovables, bajo el entendimiento que ello contribuye al medio ambiente, a la seguridad energética del país y a la generación de nuevos conocimientos y empleos. En el caso de la energía eólica, el mayor receptor de cientos de millones de dólares en esos subsidios ha sido hasta ahora una empresa próspera y además extranjera, la española Iberdrola. Los gobiernos europeos subsidian a sus productores del agro, muchos más ricos que pobres, en aras de la seguridad alimentaria y del empleo rural, hasta el punto de acumularse periódicamente montañas de carne y mantequilla, a lo cual los norteamericanos responden incrementando los subsidios a sus, aun más ricos, agricultores y terratenientes.
Entre las externalidades positivas que los subsidios suelen atender están la redistribución del ingreso, la satisfacción de las necesidades básicas insatisfechas y la prevención de epidemias. De ahí los conocidos subsidios en Colombia a los servicios públicos de los estratos 1, 2 y 3 y a la salud a través del Sisben, entre otros, que seguramente han contribuido en éste país a crear una correspondencia directa pero errónea entre subsidios y pobreza.
Sin embargo, el objeto de la ley 1133 de 2007 que da origen al programa Agro Ingreso Seguro, es "proteger los ingresos de los productores afectados ante las distorsiones de los mercados externos (léase los subsidios a los que nos referimos arriba) y mejorar la productividad de todo el sector agropecuario nacional". Si el congreso o los medios querían un programa exclusivamente para erradicar la pobreza del campo, han debido modificar o controvertir esa propuesta de ley hace dos años. O haber abogado por una complementaria en cualquier momento. Y, por supuesto, quienes hayan recurrido a falsificación de documentos, utilización de testaferros u otro procedimiento ilícito para obtener, o para asignar, indebidamente recursos del estado deben ser investigados y sancionados como corresponda, en éste como en todos los programas de cualquier gobierno.
Pero rasgarse las vestiduras porque un programa de subsidios que no fue diseñado exclusivamente para los pobres beneficie a algunos que no lo sean, aún cuando cumplan con el objeto de la ley y los requisitos del programa, es una muestra de ignorancia o de fariseísmo. Dado el nivel de los instigadores del escándalo resulta inexcusable la ignorancia; queda el fariseísmo, por explotar la asociación entre subsidio y pobreza, a conciencia de que se trata de un supuesto generalizado pero falso. Muchos parecen divertirse profundizando el equívoco, sólo en busca de sus propios intereses mediáticos y políticos. Flaco servicio le prestan al país.
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