Beatriz De Majo
El Colombiano, Medellín
Noviembre 12 de 2009
En 10 meses, 18 millones de venezolanos acudirán a las urnas para elegir a sus representantes en el Congreso.
Para la oposición, esta es la ocasión de enmendar el daño que le hicieron al país en las pasadas parlamentarias quienes impulsaron una conducta abstencionista que dejó al partido rojo de gobierno sin contrapeso en el Legislativo.
Ello abrió la compuerta al totalitarismo, a la apropiación de todos los poderes, a la instauración de un régimen formal de secuestro de las libertades, a la aprobación por la vía de leyes del adefesio de Constitución que el propio electorado le negó en votación popular en diciembre de 2007.
El año 2010 se presenta, pues, como la oportunidad para equilibrar las cargas políticas e incluso para desactivar el accionar revolucionario que ha llevado al país al desastre.
Y el inicio del año va a encontrar a Hugo Chávez con su apego popular en sostenido descalabro, podría decirse que en fase terminal.
Porque son los afectos al Socialismo del Siglo XXI en las clases populares quienes desertan de las filas del chavismo en el momento en que el gobierno se apresta para justa comicial.
Son sus irreductibles partidarios los que ahora le dan la espalda luego de haber probado la amarga hiel de la desesperanza.
Ya no es posible atribuir a los desatinados gobiernos de la IV República el deterioro de la economía, la falta de puestos de trabajo, los cierres de empresas, las viviendas que no fueron construidas, los apagones eléctricos y el racionamiento de agua.
Hugo Chávez está capitalizando en su propia cabeza el fracaso de las "Misiones" sociales con las que había prometido a la población de a pie una mejor calidad de vida.
Once puntos de apego ha perdido en este año entre el electorado más numeroso, el de pocos recursos.
¿Cómo hacer para convencer a los venezolanos, y particularmente a sus seguidores, que no es responsabilidad de la "Revolución Bonita" ni los hospitales derruidos ni los dispensarios cubanos cerrados, los proyectos habitacionales populares abandonados, las cárceles convertidas en antros de horror, los barrios donde cunde el vicio y el crimen y las calles de las ciudades desiertas donde la delincuencia reina?
El núcleo duro del chavismo se está reblandeciendo en el momento en que al gobierno le hace más falta mostrar ejecutorias que promesas.
Ello es lo que explica que en esta ingrata hora, Colombia se haya convertido en el objetivo estratégico del líder venezolano.
Otras razones complementan la determinación presidencial de crear una imagen perversa en torno al vecino, pero la más válida es la vieja consigna que reza que ante la amenaza de un tercero, toda agrupación se vuelve monolítica.
Es lo que explica también que, de cara a las encuestas que señalan que solo lo acompañan 2 de cada 10 compatriotas en su virulencia anticolombiana, haya recogido sus velas sin el menor empacho.
Porque es que a la hora actual, Hugo Chávez puede permitirse el lujo de no materializar su ingreso a Mercosur por su injusta agresión a Colombia, lo que posiblemente ocurrirá.
Lo que no puede es arriesgarse a seguir perdiendo apegos revolucionarios a la velocidad que sucedería, si un verdadero altercado con Colombia llegara a tener lugar.
* Columnista y miembro de la Junta de Dirección de El Nacional de Caracas
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