Saúl Hernández Bolívar
El Mundo, Medellín
Noviembre 23 de 2009
Uno los aspectos más inquietantes de este escalafón es que la mayoría de los colegios rankeados en la máxima categoría son privados: Medellín sólo tiene un colegio público en el nivel Muy superior, en tanto que entre los 100 mejores colegios de Colombia apenas dos son oficiales, y entre los primeros 1.000, sólo lo son 112. Eso a pesar de que según la clasificación del 2009 (con 10.374 instituciones educativas), dos de cada tres colegios son públicos (el 65.6%), y de que en ellos se ‘educan’ el 72.5% de los 517.991 estudiantes de todo el país que presentaron las pruebas. Es decir, la mayor parte de los niños y jóvenes del país, sobre todo de estratos bajos, reciben una instrucción muy deficiente.
No obstante, las autoridades de Medellín están satisfechas porque cada vez hay más instituciones en los niveles Muy superior, Superior y Alto. En 2001 hubo tan sólo 8 planteles en el nivel Muy Superior. En 2008, 22. Este año, 44 planteles se ubicaron en el nivel Superior; el año anterior habían sido 35. En Antioquia, de un total de 1.014 planteles que presentaron este año las pruebas de Estado, 417 se encuentran en las categorías Muy Superior, Superior y Alta, mientras el año pasado solamente fueron 195, de entre 959 planteles.
Pero, podría ser que como estudiantes copietas nos estemos mintiendo a nosotros mismos. Casi todas las regiones del país están ‘mejorando’ en los resultados del Icfes, lo cual no significa per se que la educación esté mejorando. En Bogotá, por ejemplo, se pasó de 92 colegios en el nivel Alto en
El problema es que cuando lo que presenta la realidad es una juventud apática, ignorante y proclive a las drogas, la rumba, el sexo desaforado, la delincuencia, la violencia y otras lacras, se hace preciso dudar de que las pruebas del Icfes sigan siendo un criterio medianamente objetivo para medir la calidad de la educación pues los ‘buenos’ resultados pueden deberse a que los estudiantes de once se preparan todo el año para una prueba que resulta demasiado previsible.
A la juventud de hoy la educa una televisión indigna y despreciable, en un marco social que se tornó enfermizamente permisivo. En Medellín, Antioquia y Colombia estamos cada día más lejos de tener buenas instituciones educativas que atiendan a la definición de la investigadora argentina Silvina Gvirtz: “Un buen colegio no es el que sólo trasmite información, sino el que enseña competencias y saberes socialmente significativos, como aprender a pensar, a seguir aprendiendo toda la vida. El que fomenta los valores y la capacidad de vivir juntos”.
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