Editorial
La Patria, Manizales
Noviembre 7 de 2009
Las relaciones entre Colombia y Venezuela no están en el mejor momento y antes que mejorar empeoran cada día gracias a un peligroso coctel de acusaciones que los más altos funcionarios del gobierno del presidente Hugo Chávez han denunciado a los cuatro vientos y de las cuales la gran mayoría corresponden a montajes, falsas imputaciones y alucinantes asuntos traídos de los cabellos.
Producto de todas esas delirantes amenazas que surgieron de manera casi mágica unos días antes y pocos después de la ratificación oficial del acuerdo para el uso de bases militares colombianas por tropas de Estados Unidos, las cosas se han puesto en un punto de preocupante agitación lo que ha derivado cierres, abusos de las autoridades venezolanas y restricciones de movilización en los principales pasos fronterizos.
Incluso se tiene un registro de dos graves casos de sangre en los que han muerto 13 personas, el primero de ellos en Táchira donde se registró hace tres semanas el secuestro y posterior masacre de once hombres (nueve colombianos, un peruano y un venezolano) y luego, el lunes pasado, el asesinato de dos uniformados pertenecientes a la Guardia Nacional quienes fueron atacados por sicarios en un puesto de control móvil situado en El Palotal, cerca de la localidad de Ureña, a pocos metros de la línea fronteriza.
Todo esto tiene mucho de ficción y de cierto con relación a quienes pueden estar detrás de los homicidios. Se habla de la guerrilla del Eln que se esconde en el vecino país, de paramilitares colombianos o venezolanos que rondan la frontera y que quieren generar caos, y de milicias bolivarianas creadas y auspiciadas por Chávez para resistir la posible invasión yanqui que buscan provocar un hecho que haga explotar el polvorín en que está hoy la extensa frontera.
Y la seguidilla de casos magnificados por el gobierno venezolano llevaron a lo que persigue su comandante en jefe que es elevar la tensión fronteriza pues ordenó anteayer el despliegue de por lo menos 15 mil efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en estados fronterizos con Colombia y Brasil para lo que él supuestamente llama reforzar la lucha contra grupos irregulares, el narcotráfico y la minería ilícita.
Sin embargo lo que se cree es que se está gestando un montaje operativo que bajo el argumento de la seguridad nacional bolivariana le quite los poderes al Gobernador del Estado Táchira, César Pérez Vivas, opositor de Hugo Chávez, quien ha reconocido abiertamente ante el mundo que hay una estrecha relación entre ese gobierno con la guerrilla colombiana y con paramilitares que se pasan de un lado al otro.
Así con un panorama tan crítico y un terreno lleno de actores armados legales e ilegales a los que les interesa que se prenda el conflicto binacional, los militares colombianos y quienes adelantan labores de inteligencia en los poco más de 2 mil kilómetros de frontera tienen que andar con pies de seda pues el más mínimo error o la provocación de los terroristas guerrilleros que se esconden en territorio venezolano puede llevar a un choque armado pero entre militares de ambos países y eso sí sería activar el detonante de una guerra.
Ante semejante tensión ha sido de buen recibo, así Venezuela no lo acepte, el pedido del Ministro de Relaciones Exteriores, Jaime Bermúdez, de un diálogo entre ambos gobiernos, asunto que fue reforzado ayer por el Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula, quien sostuvo que él pretende reunir a sus homólogos de Colombia y Venezuela para que resuelvan sus diferencias, mientras cuestionó a Barack Obama, Presidente de Estados Unidos, porque se olvidó de América Latina tras haber prometido una nueva relación con el continente. No es fácil pues lo que se vive con el vecino país y por eso hay que apelar por ahora a la prudencia y a la mediación, algo en lo que nuestra nación le da cátedra a Chávez.
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