sábado, 7 de noviembre de 2009

Moción de censura

Óscar López Pulecio

El País, Cali

Noviembre 07 de 2009


La moción de censura es un mecanismo propio de los regímenes parlamentarios, en los cuales el Gobierno se forma con miembros del Parlamento que conforman la mayoría en las cámaras. Cuando se produce quiere decir que es el propio partido de Gobierno el que desautoriza la gestión de uno de los suyos. No es, pues, un recurso de la oposición sino del propio Gobierno para controlar la gestión del Ejecutivo. Cuando la oposición, que por definición es minoritaria, propone mociones de censura, es como cantar bajo la ducha.

Por eso es tan absurda la presencia de esa figura en nuestra Constitución, que es presidencialista a ultranza y donde los ministros son funcionarios de libre nombramiento y remoción del Presidente. Fue incorporada en 1991 y entonces se exigía para hacerla efectiva la aprobación de la mayoría de los miembros de ambas cámaras, lo cual nunca se produjo porque desde esa época no ha existido presidente alguno que no tenga al menos la mitad más uno de la representación política en el Congreso. Ha sido más bien un mecanismo de publicidad política. Las mociones las propone la oposición minoritaria, no prosperan y ya. Más absurdo todavía fue el gol que el propio Congreso le metió al Ejecutivo al sacar adelante, prácticamente de modo inadvertido, una reforma constitucional que dejó en manos de una sola de las cámaras el trámite de la moción y además la extendió a algunos altos funcionarios y a los gabinetes departamentales y municipales, con la condición de que sea aprobada por las dos terceras partes de los miembros de asambleas y concejos. Asunto grave porque puede suceder que el Gobierno no cuente en un momento dado con mayorías en una cámara, dejando el gabinete a merced de la oposición. Y más grave aún es el caso de departamentos y municipios, donde gobernadores y alcaldes quedan en manos de asambleas y concejos que tienen en la moción un instrumento perfecto para presionar ante el Poder Ejecutivo por sus intereses no siempre santos.

Por eso resulta un tanto insólito que, ante el escándalo sobre la asignación de los subsidios para riego del programa Agro Ingreso Seguro, la moción de censura para el Ministro de Agricultura, impulsada por los dos partidos de oposición, aparezca apoyada por miembros de la coalición de Gobierno. Y es insólito porque con ese procedimiento se cumple por primera vez en Colombia la función política originaria de la moción y es que miembros de la coalición expresen su descontento por el funcionario que los representa en el gabinete y de pronto den al traste con su cargo, lo cual es un privilegio que ningún congresista colombiano creyó llegar a tener frente al todopoderoso poder presidencial. Pero el asunto está por verse, porque mayoría es mayoría, a pesar del tamaño del escándalo, que nada puede justificar y que haría aconsejable una renuncia.

El tío Baltasar dice que en el fondo la moción de censura, como se concibe en Colombia, es un episodio de entretenimiento para quienes no tienen el poder para censurar, por pura y simple falta de representatividad. Una diversión de las minorías, que creen así ejercer un poder que no poseen y que les garantiza al menos un titular en los periódicos y unos segundos en la televisión. Añade el tío que a veces resulta haciéndole un favor al eventual destinatario de la censura, porque obliga al Ejecutivo a atornillarlo a su silla sólo para no darle gusto a la oposición, que es sin duda uno de los pocos placeres de ejercer el poder.

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