martes, 3 de noviembre de 2009

El acuerdo en Honduras

Editorial

El País, Cali

Noviembre 02 de 2009


Después de meses de incertidumbres y fracasos en los intentos por devolver la tranquilidad a Honduras, la intervención de los Estados Unidos logró un acuerdo. Aunque se expresa un consenso para conformar un gobierno de unidad nacional, la continuidad del proceso electoral, la negativa a promover una Asamblea Constituyente y la conformación de una Comisión de la Verdad, queda por verse si el Congreso decide restituir a Zelaya en la presidencia.

El acuerdo es complejo y parece salvar el principio democrático de oponerse a los golpes de facto, abriendo la posibilidad de que Honduras retome la normalidad institucional y se eviten sanciones internacionales que afectarán aún más a su población. Y demuestra que Estados Unidos aún es una potencia cuya voz es escuchada en el continente cuando actúa en la búsqueda de consensos.

Desde luego, tanto por su origen como por el contenido del acuerdo, no será del gusto del Presidente de Venezuela y de los países del Alba, quienes preferían el mantenimiento de la crisis permanente y la posibilidad para criticar a Estados Unidos como promotor del golpe de Estado, para lo cual usaron toda su capacidad dialéctica. Ahora ni lo uno ni lo otro les será posible. Y lo más probable es que el nuevo Presidente hondureño, tal vez el señor Porfirio Lobo del Partido Nacional, no sea un peón más del ajedrez caribeño y centroamericano que juegan Hugo Chávez y sus aliados. De hecho las cosas cambiarían en Honduras para bien.

De allí la gran responsabilidad del Congreso hondureño, sobre quien recae la tarea de aprobar la restitución de Zelaya a la Presidencia. Cualquier vacilación al respecto corre el riesgo de favorecer a los enemigos de la democracia en su país, que anhelan un pretexto para volver a las andadas e incitar a la violencia. En buena parte esta responsabilidad está de parte de Roberto Micheletti y el Partido Liberal, quienes promovieron la destitución del Presidente legítimo y ahora han suscrito el acuerdo que permite su retorno al poder, aunque limitado y compartido.

Esta responsabilidad también lo es con América Latina y el Caribe, que esperan un desenlace tranquilo y pacífico del diferendo hondureño, la mejor manera de garantizar el acuerdo propiciado por Thomas Shannon, subsecretario de los Estados Unidos. Nadie entendería que luego de dar este paso, el Congreso generara una nueva crisis.

Resulta interesante que Estados Unidos haya jugado un papel decisivo en este proceso, pues le devuelve la iniciativa perdida en relación con sus vecinos latinoamericanos. Demuestra también que el gobierno de Obama puede incidir positivamente en los asuntos internacionales privilegiando el camino de la diplomacia y del multirateralismo.

También beneficia a Brasil, cuyo gobierno se mantuvo en sus trece al sostener la presencia de Zelaya en su embajada de Honduras, sin ceder a las presiones y amenazas del gobierno de facto. Y, desde luego, constituye un revés para la postura agresiva de Venezuela y Nicaragua, especialmente, cuyos gobiernos hubieran preferido un conflicto que llevara a Honduras a la guerra civil.

No hay comentarios: