domingo, 8 de noviembre de 2009

El juego de Chávez

Luis Guillermo Restrepo S.

El País, Cali

Noviembre 08 de 2009

¿Qué papel desempeña Colombia en la demencial estrategia que desató Hugo Chávez para mantenerse en el poder a como dé lugar? Es la pregunta que nace después de que el coronel y su régimen han decidido soltar los perros de la violencia para tratar de ocultar su derrumbe.

La respuesta no tiene nada que ver con si se es proclive o contrario al presidente Álvaro Uribe. Es que ya van más de una decena de compatriotas asesinados por la maquinaria de un régimen fracasado. Son muertos que, al lado de venezolanos desconocidos, están pagando el demente afán de imponer el comunismo en Venezuela. Y de consolidar la ‘boliburguesía’, la nueva clase creada al amparo del movimiento bolivariano.

Hoy Venezuela está fraccionada. A un lado está el poder de Chávez, los militares y sus áulicos, que se quedaron con las instituciones nacionales, con la plata del petróleo y con casi todo. Frente a ellos está la oposición que después de muchos errores ha logrado catalizar el descontento de la burguesía atemorizada y la creciente cauda de los chavistas decepcionados. Así ganaron las elecciones regionales del 23 de noviembre del 2008 en Caracas, Maracaibo y los estados más importantes y más ricos de ese país.

Fue un triunfo impensado, que la soberbia no dejó prever a Chávez y su corte interesada. Después, aprovechando que ganó el referendo reeleccionista del 15 de febrero del 2009, decidió adoptar las reformas que el pueblo venezolano había derrotado en el referendo que perdió el 2 de diciembre del 2007. Acto seguido, despojó al Alcalde de Caracas de sus funciones y recursos y le aplicó una dosis parecida a los gobernadores que no se plegaron a su férula.

Eso explica que la frontera, en especial el Táchira, sea hoy nido de víboras donde mandan las Farc, el ELN y las milicias bolivarianas, mientras el paramilitarismo se expande. Esos son los que asesinan colombianos, secuestran ganaderos venezolanos y protegen el narcotráfico manejado por miembros del régimen. Es la repetición de lo que pasó en Colombia por la ausencia del Estado. Sólo que en Venezuela esa ausencia es adrede, está patrocinada por el Gobierno y pretende acabar con la oposición a los delirios de su comandante.

Y mientras Caracas no tiene agua ni energía, la comida escasea y los asesinatos de policías y de gente del común están a la orden del día, el coronel compra la conciencia de los militares y se pega de las acusaciones contra el “imperialismo yanqui” para desviar la atención de los venezolanos. Por supuesto, Colombia es la disculpa y sus empresas son víctimas ideales de los abusos, porque tampoco parecen tener quién las proteja.

Las encuestas muestran que los descontentos con Chávez crecen en su país, dispuestos a pedirle cuentas a su régimen podrido, así les avienten los grupos armados por el Gobierno y los jueces prevaricadores. Pero aquí seguimos de espectadores, sin reclamar protección a los derechos que Chávez y su régimen les arrebatan a nuestros compatriotas. En tanto, personajes tristes como Ernesto Samper aprovechan para ganar protagonismos anunciando una “preguerra”.

Colombia no puede caer en la trampa chavista que busca la guerra para perpetuarse. Pero sería necio no acudir a las instancias internacionales para denunciar los atropellos de Chávez y sus abusos contra los colombianos.

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