lunes, 9 de noviembre de 2009

El muro de Berlín, un ejemplo

Editorial

El Colombiano, Medellín

Noviembre 9 de 2009

Cuando hace hoy veinte años cayó el Muro de Berlín casi todo el mundo supo que terminaba una época y empezaba otra de desarrollo y libertad. Casi todo el mundo, decimos, porque ahora comprobamos que algunos países, dirigentes y sectores de Latinoamérica no entendieron y siguen sin entender el significado. Todos estos despistados insisten en perpetuar o revivir el modelo soviético, llamándolo Socialismo del Siglo XXI y apelando al siempre incomprendido y manoseado Simón Bolívar, nuestro Libertador.


Pero el Muro de Berlín no cayó porque sí. Cayó porque los alemanes se rebelaron contra esta división arbitraria y forzada de una historia común que tenía el derecho a seguir siendo construida, aprendiendo de los errores y horrores de un pasado reciente que no estaban dispuestos a repetir.


La República Democrática Alemana, RDA, como se llamó el país comunista, tenía el sueño de resurgir de las cenizas de
la Segunda Guerra Mundial como lo habían hecho sus hermanos del Oeste, de la mano de un Canciller y líder de la talla de Konrad Adenauer. Sería injusto no mencionar otros líderes: Mijaíl Gorbachov quien con la Perestroika y la Glasnost impulsó el cambio que terminó por desmoronar la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS. El Papa polaco, Juan Pablo II, inspirador del sindicato Solidaridad y de su impulsor: Lech Walesa. Y otros cancilleres que entendieron que Alemania Federal no podía seguir su milagro sin lograr la reunificación que les permitiera llegar a ser la primera economía de Europa.

Ellos fueron solidarios, como solidario fue y sigue siendo todo el pueblo, no sin sacrificios. Hubo unión. Y unidos, buscaron y encontraron el bien común dentro de una economía social de mercado, cuyo marco es la libertad y el desarrollo integral, sin excluyentes ni excluidos. Excelente que Alemania esté hoy celebrando de la mano de Ángela Merkel, una mujer del Este que vivió en carne propia el subdesarrollo de la RDA.


Pero como lo que pasa en un rincón del planeta repercute en otro, a veces con consecuencias indeseadas pero evidentes, en Colombia, el desplome de
la URSS y la caída del Muro de Berlín produjo que los grupos insurgentes buscaran reemplazar la financiación y apoyo soviéticos que les fueron cortados de tajo. Y acudieron a dos perversiones que hacen compleja la construcción de la paz en el país: el secuestro extorsivo y político y la financiación de su guerra con el dinero del tráfico de drogas y todo el resto de crímenes de una cadena maldita que sólo produce sangre, dolor y lágrimas.


Erradicar esas perversiones y enfrentar con diplomacia a unos vecinos que buscan su desarrollo en el fracasado modelo soviético, es el reto de Colombia. Este reto no es sólo del Gobierno sino de todos los habitantes de este país. Aquí hay muros de inequidad, exclusión, falta de oportunidades, desempleo y pobreza que hay que derribar. El pueblo alemán es un ejemplo.
La Colombia soñada sólo podrá ser construida con el aporte, el sacrificio y la solidaridad de todos. Así les entregaremos a los niños de hoy el país digno que se merecen. Así Colombia será un lugar viable en donde la vida digna con libertad deje de ser una utopía. Entonces, los violentos tendrán que dejar de serlo o irse a otro rincón. Sólo entonces podremos decir que los colombianos destruimos nuestros muros invisibles pero dolorosamente reales.

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