domingo, 8 de noviembre de 2009

En pie de guerra

Salud Hernández-Mora

El Tiempo, Bogotá

Noviembre 8 de 2009


Tienen la misma obsesión con Álvaro Uribe que el Presidente con ellos. Con su empecinamiento en meter preso al ex senador Mario Uribe y a todo lo que le duela al Jefe del Estado, los magistrados de la Corte Suprema están perdiendo el juicio. Les tengo una sugerencia para que queden tranquilos: entierren el hacha de guerra y vuelvan a ejercer la Justicia con profesionalidad y objetividad, superando, además, ese vicio tan berraco que padecen algunos togados de aparecer en los medios. La justicia, señores magistrados, es silencio.

Convenzan a Raúl Hasbún, al Tuso Sierra y a Felipe Sierra de que cuenten todo lo que saben del primo, lo meten preso y pasan página. Porque así no hay justicia que avance.

Un día se les ocurre filtrar que van a investigar a José Antonio Chavarro, quien fuese presidente de la Comisión de Acusaciones de la Cámara hasta que dimitió con su equipo por falta de recursos. Lo acusaban de dilatar el caso del Presidente y el magistrado Valencia y se les olvidó que hay otro expediente en la Comisión contra el magistrado Yesid Ramírez que está estancado. Además, con qué legitimidad acusan a otros de inoperantes si la Corte tiene investigaciones abiertas más de año y medio, pese a que el plazo para recopilar pruebas y resolver es de seis meses. Para ellos no hay reglas.

Además, se amilanan en privado y son gallitos en público. El día que la Sala de Gobierno de la Corte fue a la Casa de Nariño, no se atrevieron a transmitir al Jefe de Estado el mensaje nítido de sus compañeros: bajo ningún concepto piensan escoger un fiscal de bolsillo. Sólo acertaron a descalificar a Ángel Palacio, el Presidente lo cambió y volvieron a declarar la terna inviable.

El último síntoma de que algo falla es la propuesta esperpéntica del presidente de la Corte, Augusto Ibáñez, de consultar con la sociedad la idoneidad de los tres candidatos. Repiten el exabrupto del Presidente, cuando dijo en Ibagué que debe ser el pueblo el que conozca de la guerra de vanidades y poderes que libran todos ellos. Lo que quiere el ciudadano es que se pongan de acuerdo el presidente Uribe y los jueces, porque el ejemplo de intolerancia, torpeza y arrogancia que nos dan es patético.

Podría ayudar Andrés Pastrana, que tiene ascendencia sobre Ibáñez, que lo asesoró en temas de CPI, y sobre el vicepresidente de la Corte, Jaime Arrubla, que fue su secretario jurídico.

Y mientras se pelean, ocurren cosas preocupantes en la Fiscalía. Javier Cáceres, presidente del Senado, quien ayudó en su día a que nombraran vice-fiscal a su íntimo amigo Guillermo Mendoza, movió los hilos para colocar al hermano del hoy Fiscal como gobernador encargado de Bolívar. Cáceres consiguió que el Gobierno ignorara una opinión que pidió Carlos Holguín al Consejo de Estado cuando era Ministro, sobre inhabilidades de posibles gobernadores encargados. Conceptuaron que no podían designar a quien tuviera lazos de consanguinidad con funcionarios que ocupan altos cargos.

Hay más. Una fiscal, a la que acaban de botar, dijo que llevaba el caso de Etesa, empresa que se estaban robando entre varios y que era un fortín de Cáceres. Ella insinuó que la declararon insubsistente porque llegó a la conclusión de que las famosas chuzadas del DAS, otro caso que investigaba, no las hizo dicho organismo sino la Fiscalía. Si la echaron para callarla, por qué no pensar que fue por las averiguaciones sobre Etesa, en estado avanzado, con testigos dispuestos a cantar 'La Traviata' en un tono más que comprometedor para el senador.

En todo caso, el día que firmen el armisticio, los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo tendrían que pensar en desterrar la politiquería, las nefastas influencias y las exigencias de burocracia de todos ellos. Habría que preguntarle a Mendoza, por ejemplo, a cuántos recomendados de los jueces Quintero, Ramírez o Espinosa mantuvo en los puestos que les regaló Iguarán, y a cuántos de su buen amigo Ricaurte nombró ahora en la Fiscalía.

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