lunes, 23 de noviembre de 2009

Jugados contra la corrupción

Editorial

La Patria, Manizales

Noviembre 23 de 2009

Por medio de cartas, de correos electrónicos y de llamadas directas ciudadanos y gremios de Caldas han manifestado su sorpresa y admiración por los avisos publicitarios de distintas empresas que se vienen publicando en este Diario y que hacen referencia a la necesidad de que se denuncien los actos de corrupción.


Se trata de una loable actitud de responsabilidad social y ciudadana que llama la atención y sorprende pues quien la promueve es el sector privado, el cual reclama que se ataque por los medios legales uno de los peores males de nuestra sociedad instando a la gente a que ponga en evidencia los procedimientos oscuros que atentan contra el desarrollo y el buen nombre de Manizales y de Caldas.


Por años Caldas, a pesar de su buen nombre y de tantos hechos ejemplarizantes que lo destacan a nivel nacional, ha estado marcado por procedimientos indebidos de no pocos de sus dirigentes políticos, públicos y privados que abusan de sus posiciones para sacar provecho personal y económico en detrimento de la sociedad que sigue reclamando la solución a múltiples necesidades y problemas que los aquejan.
Hay que reconocer que no es fácil luchar contra ese monstruo de mil cabezas llamado corrupción el cual parece tener la nefasta virtud de la reproducción una vez se le cortan sus largos tentáculos. Más demora en quedar en evidencia un asunto indebido, que por otro lado estar surgiendo otra forma ilegal de actuar. La dificultad de esto radica en que casi siempre de por medio está el dinero con el cual se acallan voces y se utilizan métodos violentos como la amenaza y el asesinato.


Pero mientras haya firmeza, voluntad y sobre todo unión, la corrupción tiene punto de quiebre. De esa manera la ciudadanía que no puede renunciar a exigirles a las autoridades que den ejemplo de transparencia, también tiene el deber de apoyar procesos y de exigir resultados haciendo uso de los mecanismos legales de que se disponen como la rendición de cuentas y las veedurías.


Si bien hemos ganado mucho como sociedad organizada y con herramientas legales para proceder, nos falta mayor unidad, pero ante todo firmeza y valentía para denunciar. Ahí creemos hay una de las grandes dificultades para salir airosos en esta cruzada pues mucha gente aunque muestra alguna voluntad de denunciar, tiene miedo de hacerlo ya que no se le brindan las garantías de confidencialidad y las investigaciones son excesivamente lentos.


Advertimos este asunto al ver los resultados que recientemente presentó Transparencia Internacional que mide la percepción de corrupción entre 180 países del mundo. En él Colombia queda muy mal parado, pues no sólo registra una calificación de 3,7 sobre 10, sino que aumentó casillas en el escalafón al pasar del puesto 70 al 75, esto teniendo en cuenta que la medición se relaciona con el año 2008. Si es un asunto de percepción que se hace con base en encuestas entre los ciudadanos y grupos poblacionales, ¿qué podremos esperar del resultado del año que termina cuando al país lo han sacudido enormes escándalos que minan la credibilidad de la gente en lo público y en lo privado?


Hay que adelantar una gran campaña nacional de lucha contra la corrupción, aprovechando ahora que se vienen procesos electorales tan trascendentales como el de elección de Congreso y de Presidente. Tenemos que echar mano de las herramientas que se tienen y buscar otras nuevas para comprometer a todo el país en ello. Incluso necesitamos nuevos mecanismos jurídicos que hagan más efectiva y eficiente esta lucha, pues de lo contrario seguiremos muriendo en medio de los esfuerzos.

En su informe, Transparencia Internacional advierte que los países en conflicto son los más propensos a desarrollar ese cáncer de la corrupción. Colombia quizá por eso no ha podido vencer ese mal de una vez por todas. Sin embargo, si actuamos unidos, como lo está haciendo el sector privado caldense, seguro tendremos muchos ánimos para no decaer en el impulso. Nuestra sociedad es inmensamente superior al pequeño e intimidante grupo de corruptos, por eso hay que avanzar de la mano para sacarlos del camino. No hay otra opción.

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