martes, 10 de noviembre de 2009

Las mentiras de Chávez

Editorial

El País, Cali

Noviembre 10 de 2009


No hay duda de que los continuos ataques de Hugo Chávez contra Colombia, incluida su invocatoria a la guerra del pasado domingo, son parte de la estrategia con la cual pretende desviar la atención de sus compatriotas de los graves problemas en que el régimen ha metido a su país.

En el pueblo venezolano existe una creciente insatisfacción por los racionamientos de energía que debe soportar, pese a ser su territorio una potencia en materia de hidrocarburos. Y en Caracas se siente la mezcla de miedo y rabia que produce saber los increíbles índices de criminalidad que padece la otrora pacífica capital, ante la indolencia y la corrupción de muchas de sus autoridades. Mientras eso ocurre, el afán de Chávez por aplastar cualquier vestigio de oposición lo ha llevado a desmantelar la Alcaldía metropolitana, en manos del más notorio de sus opositores, creando un vacío de autoridad. Esa es una de las grandes causas de la crisis.

Pero ello no obsta para que el Gobierno colombiano actúe en el escenario internacional, denunciando con oportunidad los peligros que implican el armamentismo y el constante hostigamiento que el mandato presidido por el teniente coronel ha ordenado contra nuestro país. Ante los hechos que se han presentado en la frontera contra colombianos humildes, es necesario expresar la inconformidad de nuestra Nación contra los abusos que se están cometiendo.

Además, es el momento para decirle al mundo que Colombia y sus autoridades no están interesadas en hacerle coro a las amenazas bélicas que lanza con frecuencia el Presidente de Venezuela. Es claro que no existe razón alguna para pensar en una guerra, ni siquiera en el estado de preguerra que anunció un ex presidente, de manera infortunada. Lo que sí existe es el interés de sacar el máximo partido posible a las diferencias, para despertar en los venezolanos el nacionalismo que les haga dejar a un lado sus inconformidades y los lleve a cerrar filas alrededor de su cada vez más desacreditado Gobierno.

Para ello han montado una gran mentira alrededor de la amistad de Colombia con los Estados Unidos y el acuerdo para la utilización de bases militares de nuestro país. Según la estrategia de desinformación, Colombia ya no puede reclamar su derecho soberano a acordar lo que quiera con quien quiera, porque está en la picota pública de los interesados en mostrarlo como la plataforma de lanzamiento de una invasión propiciada por el “imperialismo yanqui”. ¡Vaya engendro!

Esa es la estrategia que nuestra Nación no puede dejar prosperar porque, ahí sí, se pone en peligro la convivencia con el pueblo venezolano, además de amenazar la integridad y los derechos humanos de miles de compatriotas que viven al otro lado de la frontera. Porque después de haber golpeado las relaciones comerciales, lo que sigue es hablar de guerra, buscando la reacción que produzca el dividendo que quiere Hugo Chávez. Esa es la trampa contra la cual es necesario reclamar la presencia de la comunidad internacional, no como intermediaria sino como testigo de lo que acontece. Aunque lo ideal es propiciar el restablecimiento de las relaciones, es mejor actuar para evitar consecuencias peores.

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