martes, 10 de noviembre de 2009

Si el etanol fuera paisa

Mario Fernando Prado

El País, Cali

Noviembre 10 de 2009


Los vallecaucanos, antropófagos por naturaleza, somos campeones en desaprovechar las oportunidades y más aún en patear la lonchera.

Cualquier iniciativa regional que beneficie al departamento es cuestionada, torpedeada y a veces liquidada. Últimamente el etanol va para allá con una injusta estigmatización, si no entendemos y defendemos sus bondades.

La industria azucarera beneficia directa, indirecta y colateralmente a más de un millón de coterráneos. El aporte social que realiza en educación, salud, vivienda y medio ambiente significa más de $25.000 millones anuales.


De no ser por su actividad, el Valle no tendría el desempeño económico que nos hace pesados en la economía nacional. Hay más de 200.000 hectáreas cultivadas y es falso que sea un “negocio de cinco familias”, como se le acusa irresponsablemente en algunos círculos capitalinos y mamertos.

Existen 1.760 cultivadores que venden la caña a los trece ingenios, los cuales son dueños de sólo el 25% de las hectáreas cultivadas y no hay los tales subsidios que tanto cacarean los instigadores de los paros y los bloqueos: aquí puede importarse azúcar de Brasil, por ejemplo hoy, sin arancel alguno.

Ahora bien, con el etanol se está consiguiendo nivelar el precio del azúcar, lo cual es una garantía de estabilidad para quienes dependen de la cadena azucarera.

Por otra parte, el efecto descontaminante del etanol en la gasolina está demostrado en un estudio realizado por las universidades Libre y Tecnológica de Pereira.

Y la paradoja: mientras que aquí nos azotamos e incluso colocamos en la picota a dos ingenios (con una trayectoria impoluta de 150 y 72 años de actividad) por acceder a unos beneficios del Agro Ingreso Seguro -cumpliendo por demás con todos los requisitos- en el Meta se está desarrollando un proyecto de producción de 300.000 litros de etanol por parte de Ecopetrol, en el Magdalena con los israelíes y en Boyacá se está montando una planta con reina europea a bordo. ¿Estarán allá hostigando tales macroproyectos?

¿Y por qué en el Valle hay cinco plantas de etanol? Pues porque aquí está la caña, caña que deben sembrar en el Meta y en el Magdalena.

Uno pensaría que estamos matando la gallina de los huevos de oro con estas actitudes menos mal minoritarias, pero no. Prima la razón y la lógica, aunque queda el mal sabor de la falta de solidaridad y de visión de quienes se atraviesan cual mulas muertas en el camino del desarrollo.

Por ello me pregunto: ¿qué hubiera sucedido si las primeras plantas de etanol hubieran sido paisas? Pues que allá se sentirían orgullosos de esta industria, le estarían prendiendo velas y ni un solo paisa renegaría del etanol, como jamás se renegó en su momento de la industria textil o la de las gaseosas, fueran de quien fueran.

El Valle pasó de ser un pantano que nos regalaron los del Cauca Grande, de manera por demás despectiva, a convertirse en un emporio de clase mundial que nutre docenas de municipios, corregimientos y caseríos, la verdad, con mucho empuje paisa.

No coloquemos en el paredón esfuerzos como el del etanol y no nos dejemos arredrar por quienes le están prestando un flaco favor a su terruño.

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