Alfredo Rangel
Revista Semana, Bogotá
Sábado 31 Octubre 2009
Durante el gobierno de Chávez Venezuela se ha convertido en un país muy peligroso, no solamente para América Latina, sino para los propios venezolanos. De hecho, es el país con la más alta tasa de homicidios de la región, que se ha multiplicado por tres durante el régimen chavista. Caracas es seis veces más peligrosa que Bogotá. Pero ser colombiano en la frontera se ha convertido en un riesgo adicional.
En efecto, son muy oscuras las circunstancias en que 14 colombianos han sido víctimas de dos masacres en los últimos meses en Venezuela. Pero es aún más extraño y sospechoso que aún estando tibios los cadáveres de los últimos ocho colombianos masacrados en Táchira, y sin que se haya realizado todavía ninguna investigación oficial de los hechos, el ministro de Defensa y vicepresidente de la República, Ramón Carrizales, haya declarado a los medios de comunicación que esos colombianos eran paramilitares y formaban "parte de esos planes de infiltración del gobierno colombiano". Y más insólito todavía es que ese mismo alto funcionario haya señalado que como dichos colombianos eran integrantes de un modesto equipo de fútbol, eso es prueba de que era "un grupo con una estrecha relación y objetivos comunes dentro del país", de infiltración y desestabilización, claro. Implícitamente estaba justificando la matanza. Es decir, 'falsos positivos' avalados en los niveles ministerial y vicepresidencial.
Pero si después de lo anterior aún nos quedan reservas para el asombro, tendremos que agotarlas cuando constatamos que el mismo funcionario calificó de "descarada" la solicitud del gobierno colombiano para que se investigue el caso. En el mes de agosto pasado otros seis colombianos también habían sido masacrados sin que las autoridades venezolanas hayan respondido aún al "descaro" del gobierno colombiano de requerir la aclaración de esos hechos.
De manera simultánea, pero de ninguna forma coincidencial, Chávez se inventa un escándalo de supuesta infiltración de detectives del DAS que fueron capturados en la frontera. Pero varios de esos espías ficticios nunca han sido funcionarios del DAS, otro fue expulsado de la entidad en 2005, y al último le prepararon al parecer una trampa en la que intervino como carnada un agente de la Saime venezolana. Pero para Chávez su propio montaje es "una conspiración de la CIA y de Estados Unidos", es una prueba de que "Colombia es un gobierno hostil que tiene planes contra Venezuela", y al fin cogió a los espías "con las manos en la masa". Para rematar la farsa, el ministro del Interior, Tarek El Aissami, de reconocidos vínculos con Hezbollah, presentó como prueba un documento reservado que es parte de una investigación interna del DAS. Obtener secretos de manera ilegal es espionaje. Es Venezuela la que espía a Colombia, y no al contrario. Pero ya veremos el juicio de opereta que les montarán a los "espías" colombianos.
Pero ¿por qué esta coincidencia de matanzas de colombianos y montajes de espionaje en la frontera? Pues resulta que Zulia y Táchira son los estados más ricos de Venezuela, están en manos de la oposición y son fronterizos con Colombia. El gobernador de Táchira ha denunciado reiteradamente la pasividad del Ejército venezolano frente a la presencia de la guerrilla colombiana en su territorio. Es más, sostiene la hipótesis de que fue el ELN el responsable de la masacre de colombianos. Otros adjudican su autoría a la guerrilla venezolana, que apoya a Chávez y que, de hecho, actúa como una fuerza paramilitar a su servicio. Otros hablan de una acción conjunta de esas dos guerrillas. El testimonio del único sobreviviente colombiano avalaría cualquiera de estas hipótesis.
¿Para qué? Pues para calentar artificialmente la frontera, con dos fines: uno, distraer a la opinión venezolana de los graves, crecientes e incontrolados problemas de seguridad urbana, que se manifiestan críticamente en Caracas, además del racionamiento de agua y luz que se viene. En efecto, una encuesta del diario Tal Cual señala que el 88 por ciento de los venezolanos cree que el montaje de los espías colombianos es una excusa de Chávez para distraer los problemas del país. Y dos, generar un ambiente de amenaza e ingobernabilidad en los estados fronterizos controlados por la oposición, con el fin de justificar su declaración como franjas de seguridad, lo que le permitiría al gobierno central subordinar a los mandatarios regionales, controlar a la población, debilitar a la Policía local (que sí persigue a las guerrillas) y crear condiciones propicias para sacar de allí a la oposición en las próximas elecciones. Como quien dice: los colombianos pobres de la frontera convertidos por Chávez en carne de cañón mediante 'falsos positivos', con el fin distraer a la opinión y debilitar a la oposición interna. Siniestro y criminal montaje.
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