jueves, 12 de noviembre de 2009

Más muros por caer

Mikhail Gorbachev*

El Tiempo, Bogotá

Noviembre 12 de 2009

El pueblo alemán, y todo el mundo junto con él, celebra una fecha histórica: el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. No muchos acontecimientos permanecen en la memoria colectiva como una vertiente que divide dos períodos bien diferenciados. El desmantelamiento del Muro de Berlín -ese símbolo sombrío y concreto de un mundo dividido en campos hostiles- es uno de esos momentos definitivos.

La caída del Muro de Berlín trajo esperanza y oportunidades a la gente en todas partes, y les dio a los años 80 un final verdaderamente jubiloso. Eso es algo en lo que hay que reflexionar mientras esta década se acerca a su fin -y cuando parece escabullirse la posibilidad de que la humanidad dé otro salto trascendental hacia adelante-.

El camino hacia el fin de la Guerra Fría ciertamente no fue fácil, ni bienvenido universalmente en ese momento, pero es justamente por esta razón por lo que sus lecciones siguen siendo relevantes. En los años 80, el mundo estaba en una encrucijada histórica. La carrera armamentista entre Este y Occidente había creado una situación explosiva. Los elementos de disuasión nuclear podrían haber fallado en cualquier momento. Íbamos camino del desastre, al mismo tiempo que ahogábamos la creatividad y el desarrollo.

Hoy ha surgido otra amenaza planetaria. La crisis climática es el nuevo muro que nos separa de nuestro futuro, y los líderes actuales en gran medida están subestimando la urgencia y la escala potencialmente catastrófica de la emergencia.

La gente solía decir en broma que lucharemos por la paz hasta que ya no quede nada en el planeta; la amenaza del cambio climático hace que esta profecía resulte más literal que nunca. Las comparaciones con el período inmediatamente anterior al Muro de Berlín parecían asombrosas.

Tal como hace 20 años, enfrentamos una amenaza a la seguridad global y a nuestra propia existencia, a la que ninguna nación puede hacer frente por sí sola. Y, nuevamente, es la gente la que está pidiendo un cambio. De la misma manera en que el pueblo alemán declaró su voluntad de unidad, los ciudadanos del mundo hoy están exigiendo que se tomen medidas para abordar el cambio climático y reparar las profundas injusticias que lo circundan.

Hace 20 años, los principales líderes mundiales manifestaron determinación, se enfrentaron a una oposición y una presión inmensa y el Muro se derribó. Todavía está por verse si los líderes de hoy harán lo mismo.

Abordar el cambio climático exige un cambio de paradigmas en una escala similar a la que se necesitó para poner fin a la Guerra Fría. Pero necesitamos un "interruptor" para evitar la estrategia convencional que predomina actualmente en la agenda política. Fue la transformación generada por la perestroika y el glasnost la que preparó el escenario para el salto cuántico hacia la libertad para la Unión Soviética y la Europa del Este, y abrió el camino para una revolución democrática que salvó a la Historia. El cambio climático es complejo y está estrechamente entrelazado con una serie de desafíos, pero se necesita una ruptura similar en nuestros valores y prioridades.

No hay solo un muro por derribar, sino muchos. Existe el muro entre aquellos estados que ya están industrializados y los que no quieren quedar rezagados en su desarrollo económico. Existe el muro entre los que causan el cambio climático y quienes sufren las consecuencias. Existe el muro entre los que ponen atención en la evidencia científica y quienes consienten los caprichos de intereses creados. Y existe el muro entre los ciudadanos que están modificando su comportamiento y quieren una fuerte acción global, y los líderes que hasta el momento los están defraudando.

En 1989 se implementaron cambios increíbles, considerados imposibles pocos años antes. Pero esto no fue casual. Los cambios resonaron con las esperanzas del momento, y los líderes respondieron. Derribamos el Muro de Berlín con la idea de que las generaciones futuras podrían solucionar los desafíos en conjunto.

Hoy, al observar el abismo cavernoso entre ricos y pobres, la irresponsabilidad que causó la crisis financiera global y las respuestas débiles y divididas al cambio climático, siento amargura. Se ha desperdiciado en gran medida la oportunidad de construir un mundo más seguro, más justo y más unido.

Hago eco de la petición que me formuló mi difunto amigo y adversario, el presidente Ronald Reagan: Señor Obama, señor Hu, señor Singh y, allá en Berlín, señora Merkel y sus homólogos europeos: "¡Derriben este muro!". Porque es su Muro, su momento definitivo. No pueden eludir el llamado de la Historia.

Hago un llamamiento a los jefes de Estado y de gobierno para que asistan personalmente a la conferencia sobre cambio climático en Copenhague, en diciembre, y para que desmantelen el muro. El mundo espera que se pronuncien. No lo defrauden.

*Ex presidente de la Unión Soviética, fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1990, por su rol esencial en la conclusión pacífica de la Guerra Fría. Hoy, como presidente fundador de Green Cross International, está dirigiendo un grupo de trabajo internacional sobre cambio climático.

Copyright: Project Syndicate, 2009. Traducción de Claudia Martínez.

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