José E. Mosquera
El Mundo, Medellín
Noviembre 5 de 2009
En Colombia la desinformación cunde por todas partes y es más grave aún cuando se vuelve un asunto estructurado en las políticas informativas de determinados medios de comunicación, los cuales por la falta de rigor caen en el censurable papel de desinformadores. A veces manipulados por el sectarismo de algunos editorialistas de ciertos diarios capitalinos que pretenden que los negros y los indígenas de la zona limítrofe colombo-panameña y en general del Chocó, sigan viviendo atados al colectivismo primitivo, de simples guardabosques y de espaldas a las realidades económicas en una sociedad capitalista, globalizada e interdependiente como la colombiana. En sus afanes de oponerse al desarrollo vial del país, sustentan sus argumentos en un conservacionismo externo, en mitos, imaginarios y falsos regionalismos que en las realidades económicas y sociales que sufren los habitantes del Darién colombiano.
Por eso me llamó la atención el editorial de El Espectador “El futuro del Tapón del Darién” (X-5-2009), en donde se hace un análisis poco documentado sobre la conexión vial con Panamá, desconociendo que el Darién es quizás una de las regiones más estudiadas del país. No fue el empresario Hernán Echavarría, el primero en proponer un ferry para las comunicaciones con Panamá, esa iniciativa se discutió en los Congresos Panamericanos de Carreteras en la década del cincuenta y fue incluida en los estudios del Subcomité del Darién desde 1957 en adelante, inclusive fue estudiada en los últimos estudios que contrató el Invías. Pero en todos ha sido descartada por no ser compatible con los sistemas de transporte en ambos países.
Argumentar que no existen estudios serios sobre los impactos del paso de la Panamericana por el Tapón del Darién es simplemente desinformar a la opinión pública. De hecho, desde 1957 se han elaborado diversos estudios que han demostrado la viabilidad de la obra, los cuales fueron discutidos y aprobados desde la década del cincuenta hasta parte de los años setenta del siglo XX en todos los Congresos Panamericanos de Carreteras, el Comité Directivo Permanente de los mismos, en el Subcomité del Darién y en la OEA.
Un somero vistazo a las memorias de los Congresos Panamericanos de Carreteras, a las de las sesiones del Comité Directivo Permanente y los anales del Subcomité del Darién, dan cuanta de magnitud de los estudios que se han realizado sobre el Tapón del Darién. Es increíble que después de más 50 años de millonarias inversiones en diversos estudios, entre ellos el más reciente que pagó el Invías sobre los impactos de la obra y que fueron actualizados para solicitar la licencia ambiental, se afirme que no existen estudios para el destape del Darién, es hilar demasiado delgado para oponerse a la continuación de esta carretera.
Hace falta más realismo en los análisis de varios editorialistas a cerca de la importancia de su integración con el resto de América, dentro del contexto del desarrollo de nuestra infraestructura y el crecimiento del comercio exterior, sobre todo a hora que afrontamos dificultades comerciales con Venezuela y Ecuador, dicha conexión abre nuevas perspectivas para el comercio colombiano hacia los mercados Centroamericanos.
No se trata de defender el arrasamiento del valioso patrimonio biológico que tenemos en el Darién, especialmente en el Parque Natural de los Katios. Por el contrario, lo que debemos buscar son puntos de equilibrios entre conservación y desarrollo y, desde luego, a esos son los consensos a los que hay que llegar en procura de la integración de esa región con el resto de América y para colocar realmente al servicio de la humanidad aquellas riquezas.
El destape del Darién no es un proyecto de la élite empresarial paisa que sueña con anexarse al Chocó, sino un proyecto – lo dice un chocoano – que hace parte de un centenario compromiso de unión vial del continente. Su continuación no obedece exclusivamente a los intereses de Antioquia, sino del país y en el cumplimiento de una serie de tratados multilaterales ratificados por todos los países que conforman el Sistema Interamericano.
Tampoco es cierto que la clase dirigente panameña se oponga a la iniciativa, existe un amplio grupo de panameños: ex presidentes, ex ministros, empresarios, líderes políticos y gremiales que apoyan la obra. Prueba de ello son los acuerdos bilaterales suscritos en 1979 por los dos gobiernos, en donde se ratificó la voluntad histórica del continente.
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