jueves, 5 de noviembre de 2009

América rota

Alberto Velásquez Martínez

El Colombiano, Medellín

Noviembre 4 de 2009

No va a ser fácil, con la agenda expansionista de la Alianza Bolivariana -utopía chavista para implantar el embeleco del socialismo siglo XXI- lograr la ambicionada integración del continente suramericano.


Este experimento, que se comienza a apuntalar en una loca carrera armamentista, "representa una forma de autoritarismo populista, que solo ha traído a los pueblos que han sucumbido a su canto de sirena, pobreza, dictadura y corrupción", como lo señala Vargas Llosa en su reciente obra de " El sable y
la Utopía".

Mientras América no atina a encontrar caminos de integración económica y social, Europa y Asia los van encontrando. Lo van logrando alrededor de propósitos y políticas comunes, sólidas y consistentes, así sus naciones tengan actitudes e ideologías políticas diferentes.


Han sabido priorizar las conveniencias nacionales como razones de Estado y como destinos superiores del desarrollo colectivo.


Sus intereses de progreso están por encima de militancias internas de emulaciones partidistas.


No están en el protagonismo de imponerles a sus vecinos sus propios conceptos políticos y menos armarse hasta los dientes para llevar sus audacias hasta más allá de sus propias fronteras geográficas.


No quieren hacer de sus Estados organismos omnipotentes y arrogantes. Y menos a través del populismo, construir naciones.


Sus presidentes o primeros ministros, de acuerdo con la estructura institucional de sus Estados, no les ha dado por sentirse predestinados o creer que su paso por la tierra obedece al cumplimiento de una misión mesiánica.

El viejo continente -que atravesó dos conflictos mundiales en el siglo XX- se integra aceleradamente.


Tiene moneda única, parlamento europeo y objetivos de desarrollo sincronizados. Esto a pesar de la variedad de idiomas y religiones y con partidos que van desde la izquierda, pasando por el centro y llegando a las derechas. Se comercia sin sobresaltos.


Los capitales cruzan aduanas sin retenes. Existen las homologaciones y convalidaciones automáticas de títulos universitarios entre los Estados y las universidades, avanzan en ciencia, investigación y tecnología.


El continente amarillo ha encontrado en el Foro Económico del Asia/Pacífico, buena parte del desarrollo. Naciones que hasta hace pocos años estaban más atrasadas que las naciones menos atrasadas de América Latina, hoy las superan con creces.


Con 21 economías en el Foro de Apec, mueven cerca del 50% del comercio mundial y están llegando a la liberalización total de sus comercios. Allí abundan los TLC entre sus miembros.


Que lo diga Chile que dentro de ese marco, hoy muestra 23 Tratados de Libre Comercio, entre ellos con los Estados Unidos,
la China y el Japón.


Pero América Latina nada que se integra. Desde
la Alac todos los esfuerzos han fracasado. El Alca nunca se pudo armar. Las fuerzas polarizadas de la región impiden culminar los procesos de integración.


Y eso que tenemos cultura similar, idioma común, historia análoga y hasta idéntica religión.


Pero la desunión sigue siendo el factor común. Fenómeno que se agudiza con el reverdecimiento de los populismos, de las autocracias, de los mesianismos, que podrían destruir las democracias, sin las cuales la integración sí que sería una utopía.


PD: Cuenta un socarrón, que un viejo profesor le preguntó a Hugo Chávez cuáles eran los tres principios fundamentales del socialismo.


Y éste, con su obsesión de Mesías, respondió: Los tres principios esenciales son dos: ¡que yo sea el primer líder!

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