José Manuel Restrepo Abondano
El Nuevo Siglo, Bogotá
Noviembre 19 de 2009
SE hizo público la semana pasada el Informe Nacional de Competitividad 2009-2010 por parte del Consejo Privado de Competitividad. Un esfuerzo conjunto de órganos de gobierno, empresarios, gremios e instituciones de la academia colombiana. Un trabajo que demuestra cómo es posible construir consensos alrededor de un futuro deseable, y que igualmente comprueba que este es el único camino para avanzar en las sendas del crecimiento económico y el desarrollo.
La primera gran conclusión es que momentos de salida de una crisis financiera como la que ha vivido Colombia y el mundo es la oportunidad ideal para mejorar en políticas que hagan de nuestra nación una más competitiva región del mundo. Es justamente un momento oportuno para construir una visión de largo plazo y apostarse por ella. Estamos a tiempo de materializar la visión de un país que a 2032 pretende tener indicadores de pobreza absoluta por debajo del 15%, tasas de informalidad inferiores al 40% y un ingreso per cápita del orden de 20.000 dólares.
En el escenario compartido de empresarios, gobierno y academia se destacaron como pasos acertados en dicha dirección la nueva ley de competitividad; la ley de ciencia, tecnología e innovación; la reforma financiera; la ley de TIC (Tecnologías de información y Comunicación); las nuevas políticas para la educación temprana y el emprendimiento; la normatividad de simplificación de trámites (que explica en muy buena medida el sobresaliente lugar de Colombia en el ranking del Doing Business); o el programa de transformación productiva a sectores de talla mundial que lidera el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo.
Sin embargo, el lunar negro de estos avances, y la razón preocupante de que todo lo anterior puede llegar a ser esfuerzos inacabados e incompletos, no es otra cosa que la política en materia de infraestructura, logística y transporte. Los avances que se muestran de Colombia en red vial arterial pavimentada entre el año 2005 (205 Km. por millón de habitantes) y el 2008 (287 Km.), demuestran que aún aumentando en este 40%, el atraso de Colombia, no sólo respecto de países desarrollados como España (15.540 Km.), sino de otros como Chile (1.047 Km.) o Argentina (1.816 Km), dista mucho de ser aceptable. Al final de cuentas quedamos aún a mitad de camino respecto de países como Bolivia (406 Km.) o Ecuador (478 Km.), a quienes solemos ver por debajo del hombro.
El drama es igualmente deprimente en kilómetros de dobles calzadas en Colombia (En donde los 850 Km. proyectados al 2009 deben convertirse en por lo menos 2.600 Km.). Los resultados son también mediocres en la logística aduanera o en infraestructura portuaria, para no hablar de la famosa tabla de fletes que aún no hemos sido capaces de desmontarla.
La pregunta que nos debemos hacer es no sólo por qué hemos perdido ocho años en este empeño, sino cómo podemos recuperar el tiempo perdido, para que la competitividad de un país no termine truncada por el tránsito de productos a través de trochas.
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