Rafael Nieto Loaiza
El Colombiano, Medellín
Noviembre 23 de 2009
Los dos fueron con la mano. Lo demás son diferencias. Maradona confesó veinte años después. Nunca aceptó haberse equivocado. Cuando los periódicos ingleses interpretaron algunas de sus palabras en ese sentido, desmintió: "Nunca le pedí perdón absolutamente a nadie. Pedirles disculpas a los ingleses es una estupidez". Los argentinos y la inmensa mayoría de los latinoamericanos, prensa deportiva a la cabeza, llamaron a la falta de Maradona "la mano de Dios".
Henri, en cambio, se disculpó de inmediato. "El balón fue controlado con mi mano. Se lo dije a los jugadores, al árbitro y a la prensa. Me siento incómodo por la manera en que ganamos y lo siento mucho por los irlandeses, que merecían estar en Suráfrica. No soy un tramposo y nunca lo he sido. Fue instintivo".
En Francia todos salieron a disculparse.
Hubo repercusiones fuera del país galo. Guardiola, entrenador del Barcelona, y Wegner, el del Arsenal, al mismo tiempo que condenaron la acción, reconocieron la gallardía de Henri al aceptar su error. Wegner agregó que "el fútbol y el deporte están llenos de héroes que han hecho diez veces más trampas que Thierry. Los que compran los árbitros, los que se dopan, esos son los verdaderos tramposos".
Y tiene razón. Tramposos fueron los argentinos, gobierno de chafarotes a la cabeza, cuando en la noche negra del Mundial del 78 les metieron otra mano a los peruanos, ésta llena de billetes, para que se dejaran golear en aquel vergonzoso seis a cero. Y tramposo ha sido siempre Maradona, que jugaba con coca encima.
Reconozco que desde aquella mano infame, "el Diego" me parece detestable. Drogadicto, tramposo, grosero, envanecido hasta su perdición, izquierdoso trasnochado, capaz de tatuarse la imagen del tirano cubano y sacar pecho por ello, Maradona jugó bien al fútbol, pero nunca fue un buen deportista. Y está lejos de ser una buena persona. Es el antimodelo por excelencia. Los argentinos empiezan a reconocerlo. Los mismos medios que lo ensalzaron y encumbraron como técnico, son ahora objeto de sus ofensas.
Quizás ahora sí acabe la luna de miel con Maradona. Pero me temo que no será así. Bastó con que clasificaran a Suráfrica para que perdonaran al de la "mano del diablo".
El problema está ahí: a la inmensa mayoría de los latinos sólo les importan los resultados. Es la cultura del ventajismo, del atajo, del "vivo". Es la cultura del mafioso, del corrupto, del dinero a cualquier costo.
No será Colombia un país próspero y justo, ni lo será nuestro continente, hasta que se entienda la vital importancia de actuar correctamente y se acepte que el fin no justifica los medios.
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