viernes, 20 de noviembre de 2009

El muro y el silencio de Cuba

Mario López

El Tiempo, Bogotá

Noviembre 20 de 2009

Los líderes autoritarios actúan en función del poder y no por sus convicciones políticas, situación que se evidencia con más frecuencia en los regímenes comunistas o totalitarios, donde los partidos únicos detentan el poder para perpetuar a sus líderes y cuya gestión es buscar la igualdad en la repartición de la miseria. A este respecto, le asiste razón a Juanita Castro cuando, en su libro 'Fidel y Raúl, mis hermanos', denuncia que el cambio radical de Fidel al comunismo no fue por convicciones políticas sino simplemente por ambición del poder, y esta misma actitud la ha asumido el peligroso e inescrupuloso Hugo Chávez, quien, siguiendo las instrucciones de su maestro Fidel utiliza el PSUV (Partido Socialista Único Venezolano) para eternizarse en el mando de la nación venezolana. Se confirma así la estrategia maquiavélica de condicionar la ideología política a los fines para alcanzar el poder.

Así, no es de extrañar el silencio del régimen cubano frente a la reciente celebración universal de la caída del muro de Berlín en 1989, que puso fin a la guerra fría y al comunismo como sistema opresor de todas las libertades de los pueblos bajo su órbita; solo hoy justifican el comunismo quienes acceden al mismo como un medio para lograr el poder con fines absolutistas. En torno a la efemérides del derrumbamiento del muro y de la Cortina de Hierro, los medios de comunicación oficiales de Cuba guardaron silencio y solo dieron cuenta del recuerdo de la Revolución Bolchevique de 1917, con la cual se dio apertura a la nefasta ideología comunista. De otra parte, la desaparición de la Unión Soviética a causa de la 'perestroika' (apertura) y el 'glasnost' (transparencia) -de autoría de Mijaíl Gorbachov-, único sostén económico del régimen cubano, colocó a la isla en graves dificultades de supervivencia y, no obstante ello, los hermanos Castro prefieren mantener su régimen de oprobio y cercenador de libertades al levantamiento del embargo económico de los Estados Unidos. Así, pues, que la terquedad y el temor del liderazgo cubano de perder el poder han hecho de la población isleña un escenario de pobreza y miseria.
La prepotencia y el narcisismo de Fidel Castro, a los cuales han contribuido las visitas de adulación de no pocos líderes políticos, especialmente de Latinoamérica, le siguen haciendo daño al pueblo cubano. Es inaudito que en momentos en que la alta tecnología de las comunicaciones es clave para la interacción y desarrollo de los pueblos, los hermanos Castro mantengan aislado a su pueblo de Internet y otros medios de comunicación, para neutralizar cualquier intento de reivindicación social de sus gobernados.

El reciente atropello de que fue víctima la periodista cubana Yoani Sánchez, licenciada en filología, cuando intentaba salir de su país para recibir el reconocimiento internacional por su lucha ideológica en contra del régimen, indica claramente que el liderazgo cubano no permitirá ceder el espacio político que en forma insistente Estados Unidos y la Unión Europea le piden a cambio del desembargo y la ayuda económica que tanto requiere la sociedad cubana.

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