viernes, 20 de noviembre de 2009

Humanización del Derecho y ‘lluvia’ de leyes

Luz Esther Castellanos B.

El Frente, Bucaramanga

Noviembre 20 de 2009

Aprecio, con asombro, que el tejido normativo en nuestro país cada día es más denso y cambiante, lo que favorece la inseguridad jurídica. Abogados, operadores jurídicos e incluso la comunidad no alcanzan a socializar una ley cuando al poco tiempo la reforman o derogan.

Pretende cada legislador crear leyes sin una política legislativa a largo plazo, dando paso al actual “aguacero legislativo”. En el proceso de lograr la tan anhelada seguridad jurídica, que ayuda a direccionar la sociedad cambiante, es necesario que quienes legislen tengan en cuenta estudios sociológicos preliminares del grupo para el cual se crea la ley.

Nos corresponde como ciudadanos elegir sin equívocos a quienes han de conformar el cuerpo legislativo o Congreso, con representación paritaria de los dos géneros: masculino y femenino, incluyendo además las diferentes generaciones. Lo anterior podrá de alguna manera permear el cambio para una cultura jurídica estable.

Por ahora quienes imparten justicia deben ondear con sapiencia, para evitar el “choque de trenes”, ante la coexistencia del sinnúmero de leyes que no arrojan en ocasiones con mediana certeza cuál ha de prevalecer para ser aplicada por los funcionarios competentes en un caso puntual. Sugiero que en casos de conflictos inter –Cortes como los que se han presentado, se acuda a fórmulas conciliatorias, donde una de las partes ceda pensando que debe primar el interés general, o de la sociedad, sobre el interés particular.

Sea la oportunidad, además, para insinuar a los respetables operadores jurídicos y como aprendí del docente Mauricio Rodríguez, “busquen humanizar el Derecho”. Esto implica que al momento de proferir una decisión judicial, ante la colcha de leyes, apliquen con sabiduría jurídica la norma necesaria para resolver el caso. No obstante lo anterior y más importante aún, que tengan en cuenta los principios de la ética profesional, la buena moral y sin menoscabo de los derechos humanos de quien estén judicializado. Esto es despertar a una nueva era jurídica de respeto a la dignidad humana. Desde luego se debe armonizar el proceso con los principios constitucionales que estén vigentes.

Por último esperemos que prontamente se dé una reestructuración de política legislativa a largo plazo, que permita devolverle la tan anhelada seguridad jurídica a la sociedad.

Nota: Tan solícita ha sido la necesidad de humanización del Derecho que la Constitución del 91 acertadamente consagró la figura de la acción de tutela, en aras de proteger los derechos fundamentales de las personas. Por cierto, este mecanismo lo están volviendo la panacea para invocar protección de derechos NO fundamentales, distrayendo inocuamente la labor de los honorables magistrados y jueces.

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