sábado, 7 de noviembre de 2009

La lucha del hombre contra el paisa

Carlos Caballero Argáez

El Tiempo, Bogotá

Noviembre 7 de 2009

Una de las frustraciones de mi paso por el Ministerio de Minas y Energía en el año 2000 fue no haber concretado la venta de la participación del Gobierno Nacional en Isagén a inversionistas privados.

El proceso de privatización lo había iniciado mi antecesor en 1999, después de arreglar una serie de problemas financieros y técnicos complejos, como fue la incorporación de la central hidroeléctrica de La Miel a la empresa. Yo lo continué en una época extremadamente difícil; en medio de la voladura diaria de torres de transmisión eléctrica, del asesinato infame de un ingeniero de la empresa por la guerrilla y de la reducción de la demanda de energía eléctrica como consecuencia de la crisis económica de fin de siglo. Avanzamos bastante; incluso, llegamos a ofrecerla a inversionistas estadounidenses, españoles y alemanes. Pero los antioqueños no dejaron: bloquearon el proceso interponiendo toda clase de recursos jurídicos en su contra hasta que una autoridad judicial ordenó al Ministerio suspender el proceso.

Con posterioridad a este intento fallido de venta, el Gobierno Nacional se deshizo de un porcentaje de su propiedad en la empresa, de tal forma que tres fondos de pensiones privados poseen en la actualidad cerca del 8 por ciento de su capital, y otros inversionistas -incluyendo a EPM, a la EEB y a buen número de personas naturales- tienen un 34 por ciento. La acción se cotiza en la bolsa en la actualidad. Lo que contempló el plan financiero del Gobierno para este año fue desprenderse del 58 por ciento de la propiedad que mantiene en la empresa.

Pero, de nuevo, los antioqueños se han encargado de frenar el proceso. Esta vez manifestando el interés de que sean las Empresas Públicas de Medellín (EPM) las que adquieran la participación del Gobierno Nacional en Isagén. Lo cual iría en absoluta contravía del funcionamiento de un mercado competitivo de energía eléctrica, como lo ha buscado el país desde la expedición de la ley eléctrica en 1994. Y de los intereses de los inversionistas privados que adquirieron en el pasado empresas de generación eléctrica confiando en la estabilidad de la regulación, de las reglas de juego.

A pesar de que la regulación es clara en el sentido de prohibir que la actividad de generación por parte de una empresa supere el 25 por ciento de la generación total, el Gobierno, con el Presidente a la cabeza, no ha manifestado su rechazo a la aspiración de EPM sino, por el contrario, parecería estar buscando la manera de facilitar la transacción. Si esta llegara a llevarse a cabo, EPM quedaría con el 33,1 por ciento del mercado de generación en la actualidad.

Más grave aún: al completarse en el curso de la segunda década del nuevo siglo los proyectos hidroeléctricos en curso, esa participación sería mayor, puesto que, con la sola entrada de la hidroeléctrica de Pescadero-Ituango, sin la adquisición de Isagén por parte de EPM, la empresa llegaría al 30,5 por ciento de participación en la actividad de generación del país. La posición de EPM sería de total dominio, lo cual seguramente obligaría a olvidarse de un mercado libre de energía. ¿Es eso lo que quieren los antioqueños para fijar los precios de energía a su antojo?

Ahora se informa que el Gobierno, a través del señor Ministro de Hacienda, solicitó un concepto al Consejo de Estado "sobre la concentración en el negocio de generación de electricidad" ('La novela de Isagén', Semana, 2 de noviembre del 2009), lo que ha causado un corto circuito entre los ministros de Minas y de Hacienda. ¿Para qué pedir un concepto si la regulación es diáfana?

Lo procedente es continuar con el proceso de venta a inversionistas privados y evitar cualquier intento de torcerle el cuello a la regulación. Los antioqueños pueden estar tranquilos, además, porque cualquiera que compre no podrá llevarse las centrales eléctricas de Isagén para otro departamento. El problema es que, como dice un buen amigo -de Cali, por cierto-, "la vida del colombiano es la lucha del hombre contra el paisa".

1 comentario:

jaime jaramillo panesso dijo...

Aunque parece objetivo y respetuoso el articulo del Caballero Argaez, no deja de ser agresivo al final, una expresión que avalada por su firma, es similar a la que los cachacos paramunos de la sabana dicen de los costeños. No somos los antioqueños quejosos ni resentidos porque el monopolio de Ecopetrol esté en manos de bogotanos y santandereanos. Lo hacen bien. EPM lo hace bien en donde la dejan o la llaman. Los paisas hemos contribuido a configurar una patria para todos los colombianos. A esa cultura (que no raza) pertenecen Caldas, Quindío, Risaralda y Antioquia. Nuestros "enemigos" son la pereza, la falta de iniciativa, el atraso, la inautenticidad y la falsa aristocracia. No los nacionales de cualquier región. No luchamos contra el resto del país, sino que trabajamos para él, inclusive para el Caballero Argaez.