Cristina De Toro R.
El Colombiano, Medellín
Noviembre 21 de 2009
Contrario a lo que expresa en su último artículo de la revista Semana , el columnista y también director de la revista SOHO, Daniel Samper Ospina, a mí sí me preocupa que haya guerra con Venezuela y el presidente Hugo Chávez me cae muy mal.
No explicaré siquiera el porqué de mi preocupación ante una eventual guerra con Venezuela, creo que sobra, máxime, cuando la única razón para desatarla es distraer la atención de un pueblo agobiado por la grave crisis que ha generado un incompetente enajenado por el poder y el dinero.
Ahora bien, el señor Chávez me desagrada como me desagradan todos los mentirosos, los cobardes y los abusadores del poder. Me fastidia su actitud de populista posmoderno y su lenguaje de alcantarilla. No me divierten, como a Samper Ospina y a sus hijas, sus alocuciones televisivas y, menos aún, las que se refieren a temas escatológicos como los problemas de digestión del mandatario que, confiesa el columnista, son las favoritas de su familia (ya entiendo por qué hubiese querido un padre proctólogo).
A mí, me dan asco y siento vergüenza ajena.
Cómo hubieran gozado entonces sus pequeñas niñas, si les hubiese tocado ver actuando ese tragicómico personaje que tuvimos en la década de los noventa. Era regordete, (bastante más que el ministro Fernández a quien dice él, deberían destituir por bruto y miserable).
Lo llamaban el Bojote y salía en televisión cargando un inmenso elefante en sus espaldas. Al igual que Chávez, era cínico y dicharachero. Tal vez al periodista le suene familiar aquel nefasto personaje.
Confiesa también el señor Samper Ospina en su artículo, que no se siente especialmente orgulloso de ser colombiano y que cree que hay mejores países, por ejemplo, aquellos donde el Presidente no es un ganadero intenso.
Seguramente él tiene la razón, lo que no entiendo entonces es por qué él sigue viviendo en este "país de irresponsables", padeciendo "el hostigante nacionalismo que promueve el presidente Uribe" y, como buen izquierdista, dirigiendo una revista de élite que, según dijo alguna vez, le parece insultante para la realidad social de Colombia.
Como le simpatiza y le divierte tanto el señor Chávez y su familia (papá Fidel y sus hermanitos Evo, Ortega y Correa), debería irse para Venezuela.
Allí, sus hijitas se sentirían viviendo en una especie de Disneylandia criolla y podrían asistir a las presentaciones en vivo de estos personajes pues, las transmisiones de Telesur se complican por lo del racionamiento de energía.
Estoy segura de que les fascinarían los novedosos baños con totuma y, como los alimentos también están racionados, le quedaría fácil al columnista hacer una dieta para no parecerse al ministro de Agricultura. Además, allá no tendrá que andar pregonando su filiación ideológica, allá la vivirá porque el Socialismo de Siglo XXI sí cumple y ha repartido equitativamente la miseria.
Yo en cambio, aunque sé que vivo en un país donde hay muchísimas cosas por mejorar y donde viven muchas personas indeseables, admiro al presidente Uribe y me siento muy orgullosa de ser colombiana.
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