Editorial
El País, Cali
Noviembre 05 de 2009
Así como las relaciones entre Colombia y Ecuador han tomado el camino de la sensatez y el respeto mutuo para bien de los ciudadanos de ambos países, la vecindad con Venezuela atraviesa momentos más difíciles. Es tiempo para la actitud enérgica y a la vez serena que evite caer en la trama que el gobierno de Hugo Chávez pretende crear para desviar la atención de los venezolanos.
Infortunadamente, las cosas están tomando un cariz peligroso y ya no es un asunto de la retórica con la cual el Presidente del vecino país ha tratado de engañar a sus compatriotas. Ni de destruir unas relaciones comerciales so pretexto de agresiones que sólo han existido en la mente de Chávez y que le han servido para desatar una carrera armamentista para “defenderse del imperialismo”.
Ahora se está pasando a otro escenario, donde los colombianos que viven en Venezuela son atacados, como los nueve asesinados hace unas semanas, mientras el vicepresidente Carrizález se limita a tacharlos de “paramilitares”. Donde se acusa al Departamento Administrativo de Seguridad, DAS, de espiar en territorio venezolano sin pruebas válidas. Donde los pasos fronterizos son cerrados y las autoridades del país vecino discriminan a nuestros compatriotas, como si fueran los asesinos de dos integrantes de su guardia nacional.
Todo ello ocurre cuando Caracas es víctima de la peor oleada de violencia, en la cual mueren policías casi a diario y padece racionamientos de agua y energía. Cuando los gobernantes de estados como Táchira, donde han ocurrido los crímenes de colombianos, son arrinconados por pertenecer a la oposición y es de conocimiento público la presencia de milicias bolivarianas y guerrillas colombianas. Es allí cuando Colombia es usada para desviar la atención de los problemas del gobierno chavista.
Para entender el asunto basta citar el editorial del diario El Nacional, de Caracas, en su edición de ayer: “¿Por qué, inesperadamente, se aprueba esta condena de la Asamblea Nacional contra el DAS, un servicio nacional (léase bien, n-a-c-i-o-n-a-l) de inteligencia de Colombia, que nunca ha tenido y no tiene hoy responsabilidades para ejercer funciones de espionaje en el exterior? ¿Por qué Miraflores inventa este embuste, obliga a alterar documentos y lanza esta campaña de desinformación? Por la sencilla razón de que está enredado hasta la coronilla en este juego de complicidades que llevó, desde hace diez años atrás, a crear en el Táchira una zona franca para la guerrilla, el narcotráfico y las Fuerzas Bolivarianas de Liberación. Eso no sólo lo saben los periodistas de la zona, sino los pobladores que conviven con ese miedo a cada momento, porque la justicia nacional no existe allí sino el disparo en la nuca, la ráfaga disparada de un carro en marcha y el sicario que desde una moto acaba con la vida”.
Tal cita explica la trama que ha urdido el Gobierno de Venezuela, en la cual pretende usar a Colombia. Y hay que estar alerta, pidiendo la atención de organismos internacionales, porque, además de amenazar a los compatriotas que viven en la frontera, puede desencadenar un conflicto de consecuencias inimaginables.
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