martes, 17 de noviembre de 2009

Un fenómeno llamado Uribe

Por Fernando Londoño

La Patria, Manizales

Noviembre 17 de 2009



No queda ninguna duda de que Álvaro Uribe pudo hacer mejor muchas cosas, y nada triviales. Pero lo cierto es que nadie podrá acercarse, ni de lejos, a su estilo para practicar la micro gerencia. Nadie.


Fue en San Juan de Rioseco, departamento de Cundinamarca, hacia las márgenes del Río Magdalena. Allá, durante ocho horas consecutivas, el Presidente de la República, acompañado por varios ministros, asesores de Palacio, miembros de la cúpula militar y de policía, se dedicó al estudio de los problemas de la región. Que por supuesto son elementales y simples, como la vida de provincia, pero que son los problemas de la gente. El camino veredal, o la carretera secundaria que conecta con alguna trocal, construida o en veremos, el colegio con sus pupitres, sus tableros y el nivel de sus profesores, el humilde hospital, el cuartel de policía y el más cercano del ejército, los problemas de la agricultura y la ganadería de la zona, la cárcel, el acceso de los jóvenes campesinos a la formación técnica o tecnológica y algún cupo en la universidad para el más ambicioso, todo, sin excepción tuvo su momento. Y su debate.


Si no fallamos por mucho, era el Consejo Comunal número 256, en estos años de frenética gerencia del detalle. Apenas se ha quedado región por visitar, pueblo por oír, gente por saludar, problema por atender y quién sabe, también cuestión por resolver. El Presidente acude a todo, lo discute todo, indaga por todo y promete siempre una solución. No sabemos si alguien tiene el inventario de tanto asunto propuesto y si la visita quedó servida por definiciones tangibles. A la verdad, importa poco. Si algo mejoró después del Consejo, nadie lo olvidará. Si lo contrario, la culpa sería de los inútiles que no comprendieron al Presidente o que lo traicionaron con su inactividad. Lo sustantivo es que los comarcanos cambiaron su visión de la vida, se sintieron halagados e importantes y que la Nación dejó de ser una lejana entelequia para convertirse en una realidad próxima.


Muchos se preguntaron, al inicio de estas jornadas, cuántas resistiría el Presidente y si sería capaz de cuatro años de semejante trajín. Pues pasó de siete y sigue tan campante. Sin contar que con inusitada frecuencia, al Consejo Comunal del sábado lo sigue uno de Seguridad, como el de Barrancabermeja de este domingo. Nuevo acuerdo con los ciudadanos, para tratarles el tema que más les interesa. Si ha quedado guerrilla, si hay narcotráfico, si abigeato o algún secuestro. De nuevo preguntas, cuentas que rinden policía y ejército y alguna que otra conclusión o propuesta. Sin que sobre algún regaño para las tropas ineficientes, sin perjuicio de que después las condene por serlo en demasía. Tampoco importa. Como que va en poco que la reunión se hubiera podido celebrar en Bogotá, con menos aparato, más cuidado y soluciones más plausibles.


No estamos seguros de que éste sea el mejor de los sistemas de Gobierno. Nos preguntamos si de tanto correr quedan cosas buenas. Y si se olvidan otras, mucho más sustantivas para la suerte de la Nación. Por ejemplo, las cuestiones fundamentales de la economía, que el Banco de la República desbarató sin que el Presidente lo advirtiera. O las relaciones internacionales, manejadas a los vuelos, con muy limitada coherencia. O con las Fuerzas Militares, que el Ministro Santos le dejó patas arriba. O con la Justicia, cada vez más problemática y lejana. O con los hombres del campo, o con las obras de infraestructura, cuya calificación final hubiera podido ser mejor. Mucho mejor, dicen algunos.


No queda ninguna duda de que Álvaro Uribe pudo hacer mejor muchas cosas, y nada triviales. Pero lo cierto es que nadie podrá acercarse, ni de lejos, a su estilo para practicar la micro gerencia. Nadie. Y que esa micro gerencia ha producido un efecto político benéfico, sorprendente, espectacular. El tiempo hará el balance definitivo. Y se sabrá, entonces, si la suma aritmética de los pequeños asuntos, produce un resultado global y estructural, lo que configura un Gobierno, diríamos. Ya se sabrá. Por lo pronto, entendamos por qué este es el Presidente más popular de la Historia de Colombia.
Y por qué nadie podrá imitarlo. Nunca.

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