lunes, 22 de marzo de 2010

Cuba, ¡qué vergüenza!

Alfredo Michelena

El Nuevo País, Caracas

Marzo 21 de 2010

El disidente cubano Zapata Tamayo moría luego de una huelga de hambre en protesta por la situación de los presos políticos, mientras Lula se tomaba fotos con los Castro e ignoraba el hecho. Estos hizo notorio algo que todos ya sabíamos: casi ningún gobierno se atreve a condenarlos y tomar acciones concretas.

Esta semana fueron acosadas y golpeadas varias veces las “Damas de Blanco” de Cuba, cuando conmemoraban lo que se ha llamado la Primavera Negra, sucedida hace siete años, un 18 de marzo, cuando los Castro metieron en la cárcel a 75 disidentes por más de 20 años cada uno y fusilaron a tres jóvenes negros.

La izquierda mundial sufre de un complejo que les impide acusar a Fidel y a Raúl Castro- como antes fue con los soviéticos y sus satélites - de violación a los derechos humanos (DD.HH) y a las libertades fundamentales, aunque no avoquen esta situación para sus países. Como me dijo el Dr Demetrio Boersner en una entrevista, ‘tienen vergüenza de alinearse con la derecha’ y lo dejan pasar porque –citando a Noam Chomsky- ellos ‘atacan con coraje al imperio norteamericano y sus abusos’. Es una especie de Código Rojo que impide a la izquierda hablar mal de esos tiranos si son antiimperialistas.

Para los gobernantes la excusa es la ‘no intervención en asuntos internos’, en el mejor de los casos. En el peor, se hacen de la vista gorda por “treinta monedas de plata”. Lo más grave es que muchos de estos “capitalistas salvajes” reivindican el socialismo democrático como proyecto personal, pero no en otros pueblos.

Cuando se corrió la voz de que Fidel Castro iba a morir todos corrieron a hacerse una foto con él. Allá vimos desde la Bachelett hasta Leonel y Cristina Fernández. Pero lo más vergonzoso fue que, cuando se confronta a Lula al llegar a Brasil responde: “imagínese si los bandidos presos aquí iniciasen una huelga de hambre pidiendo libertad” comparando a los presos políticos con delincuentes comunes y negando además que se le había solicitado mediar en el asunto.

En términos de vergüenza y rectitud de una política internacional consistente con los valores de la democracia y los DD.HH, vale la pena recordar la “Doctrina Betancourt” que establecía un “cordón profiláctico” contra las dictaduras. No se trata de aislarlos o aislarnos, pero si de tener el coraje de defender estos valores universales. Que vergüenza con los presidentes de la región. Si no pueden romper con el “complejo de los rojitos” al menos no vayan a condonar sus abusos sacándose fotos con esos dictadores.

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