viernes, 19 de marzo de 2010

Las madres de Cuba

Editorial

El País, Cali

Marzo 19 de 2010

Durante una semana, La Habana ha sido escenario de un evento exótico en el país más totalitario del mundo, sólo comparable con Corea del Norte: la protesta abierta de decenas de mujeres contra la prisión y los abusos que el régimen castrista comete contra 75 cubanos disidentes.

Y como era de esperar, la paciencia del Gobierno no aguantó mucho: el pasado miércoles, el grupo de mujeres conocido como las Damas de Blanco fue rodeado por adeptos al régimen, especie de organizaciones paramilitares encargadas de ahogar cualquier clase de protesta. Mezclados con autoridades públicas, los atacantes insultaron, golpearon y se llevaron a algunas de las protestantes, causándoles lesiones serias a muchas de ellas. Según cuenta la señora Berta Soler, miembro de las Damas de Blanco, a un periodista del Miami Herald, los agentes de Seguridad del Estado las agredieron con los llamados ‘golpes técnicos’, golpes tipo karate que se supone no dejen marcas.

¿Por qué protestan las señoras? La historia se remonta al 2003, cuando 75 disidentes fueron encarcelados y condenados por delitos que van desde traición a la patria hasta “recibir dinero de los Estados Unidos para destruir la revolución”. Hoy, 54 de ellos continúan presos, 12 están en ‘licencia extrapenal’ por su grave estado de salud y 9 se han exiliado. Esos son los que la dictadura castrista, que insiste en calificarse como defensora de los derechos humanos, acusa de ser un peligro, argumento suficiente para confinarlos a una cárcel.

Pero las señoras, muchas de las cuales son madres y familiares de los disidentes detenidos, no se conforman con el espectáculo de tiranía y desprecio que padecen sus parientes. Y son acompañadas por otras madres, como la de Orlando Zapata Tamayo, quien murió hace unas semanas tras una huelga de hambre. O como las de otros que se pudren en las cárceles cubanas por reclamar contra el absolutismo. Ellas, como los presos, o como Guillermo Fariñas, el disidente que agoniza por otra huelga de hambre contra el régimen, no atentan contra el Estado ni promueven conspiraciones sangrientas. Sólo recuerdan la injusticia y piden libertad.

Lo que ocurre en Cuba recuerda la gesta de las madres de la Plaza de Mayo, aquel movimiento que se instaló frente a la sede del Gobierno de Argentina en épocas de la dictadura militar para pedir libertad para sus familiares y respuestas sobre quienes fueron miserablemente desaparecidos por la brutalidad absolutista. Éstas de ahora, las Damas de Blanco, son las Madres de Cuba, un país agobiado por 50 años de dictadura e intolerancia contra cualquier cosa que la critique.

Esas Damas reclaman la solidaridad de América, el continente que cree en la libertad y el respeto por la diferencia. Por supuesto, habrá quienes respalden la represión, como aquellos que pretenden parecerse al régimen cubano. Y no faltarán quienes consideren esas protestas como hechos inelegantes e innecesarios. Pero la inmensa mayoría respaldará el reclamo de quienes arriesgan su integridad por reclamar justicia, una forma de condenar el abuso que durante medio siglo ha cometido la dictadura de los Castro contra el pueblo cubano.

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