lunes, 22 de marzo de 2010

Un árbol para Haití

Andrés Oppenheimer

El Colombiano, Medellín

Marzo 21 de 2010

Poco después del devastador terremoto de Haití, escribí que los cientos de millones de dólares prometidos por la comunidad internacional para la reconstrucción del país serían un malgasto de dinero si no eran acompañados por una campaña masiva de reforestación. Decía entonces que cada uno de nosotros debería donar un árbol para Haití.


Casi dos meses más tarde, estamos empezando a ver las primeras medidas concretas -aunque limitadas- en ese sentido.


El 12 de marzo, la Organización para la Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas, con sede en Roma, lanzó una campaña llamada "Un árbol por cada niño de Haití". La FAO, que aplaudió la idea cuando publiqué mi columna, está convocando a todo el mundo a donar al menos cinco dólares para plantar un árbol frutal en un jardín de una escuela haitiana.


Simultáneamente, otras instituciones internacionales están estudiando diversas posibilidades, tales como pedir a los miembros de la diáspora haitiana o a los turistas extranjeros que cada uno done un árbol para Haití.

La deforestación ha sido una de las principales causantes de la pobreza de Haití. Los haitianos han talado alrededor del 98 por ciento de los árboles del país para usarlos como leña o carbón para cocinar. Eso ha erosionado el suelo, ha hecho que la tierra sea inservible para la agricultura y agotó las reservas de agua.


¿Por qué no son más ambiciosos y piden árboles para más que los patios escolares?, le pregunté a funcionarios de alto nivel de la FAO en una conferencia telefónica. Dijeron que las escuelas serán el primer paso de la campaña de reforestación, mientras los expertos resuelven cómo superar los problemas legales sobre la propiedad de la tierra que hacen difícil la reforestación en Haití.


Si la gente no es dueña de la tierra y de los árboles, van a cortar los árboles tarde o temprano, me dijeron. Ya se han realizado en el pasado grandes campañas internacionales de plantación de árboles en Haití y han fracasado precisamente porque la gente acabó cortando más árboles de los que se plantaron.


Mi opinión: La FAO merece un aplauso -y nuestros cinco dólares para un árbol- por su campaña, pero deberíamos apuntar a un proyecto más ambicioso. ¿Por qué no pedirles a los más de un millón de haitianos que viven en el exterior que donen un árbol cada uno para Haití, como lo han hecho durante generaciones los judíos de todas partes del mundo para Israel?


El Fondo Nacional Judío, que ha plantado más de 240 millones de árboles en Israel, ofrece "Certificados de Árbol" para nacimientos, graduaciones, bodas, aniversarios y en recuerdo de los parientes fallecidos, para que la gente pueda donar un árbol para celebrar ocasiones especiales y honrar a sus seres queridos. ¿No sería una buena idea hacer lo mismo por Haití?

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