miércoles, 24 de marzo de 2010

Los costos de la salud

Hernán González Rodríguez

El Colombiano, Medellín

Marzo 22 de 2010


En alguna publicación reciente afirmé con base en declaraciones a los medios del ex director de Planeación Nacional, señor Juan Carlos Echeverry, que sería necesario elevar próximamente al 50 por ciento de los salarios las contribuciones de la tercera parte de los colombianos que aportan hoy al sistema contributivo de salud para poder subsidiar a los dos tercios restantes.

Algún lector consideró tal porcentaje como demasiado elevado, como exagerado, apreciación que no comparto por las siguientes razones: hoy día, el aporte de un colombiano afiliado al régimen contributivo asciende al 12.5 por ciento de su salario mensual. Como es sabido, una tercera parte de tal aporte lo paga el trabajador y las dos terceras partes su empleador.

En efecto, a la fecha se requiere deducir un 12.5 por ciento de los salarios mensuales para los servicios de salud de uno de cada tres colombianos que figuran en el régimen contributivo de salud.

Para triplicar esto, para poder subsidiar los que faltan, hay que multiplicar por tres el porcentaje aludido, o sea, se requeriría rebajar el 37.5 por ciento los salarios mensuales del tercio de colombianos que aporta hoy, con el fin de subsidiar los servicios de salud de los dos tercios que faltan. Y para rematar la hazaña, todos con los mismos estándares de calidad que establece nuestra politizada Corte Constitucional, para la que es más importante declarar inexequible la emergencia social por no tratarse de un hecho sobreviniente, inesperado, que financiar al país para enmendar algunas de sus absurdas Sentencias.

Si a este porcentaje del 37.5 por ciento les adicionamos las corrupciones del sector, las tutelas injustificadas, para tratamientos estéticos, por ejemplo, y algunas mejoras propuestas para el Plan Obligatorio de Salud -POS- pues no resulta difícil aceptar el 50 por ciento que estima Echeverry.

Lo anterior tiene como fin esbozar la magnitud del problema de la salud generalizada y con estándares elevados. La amarga realidad radica en que nos precipitamos con exceso de buenas intenciones, deficiente administración del sistema y exuberancia tropical, para ofrecer algo que no estábamos en capacidad de financiar sin desquiciar la economía. Parte del endeudamiento en dólares, las monetizaciones y el desempleo que causa la destructora revaluación o apreciación del peso colombiano se origina en el sector de la salud.

Tan grave como lo anterior, considero nuestra institución de la tutela en manos de numerosos jueces ineptos, los cuales, junto con la Corte, han contribuido a prostituir el sector de la salud. Los derechos absolutos no existen. La salud y no pocos otros derechos de los ciudadanos son derechos relativos, que no pasa de ser populismos, cuando no se atan a las realidades económicas.

Recordemos que no vivimos propiamente en la Suiza de las Américas. Estados Unidos, país infinitamente más rico que Colombia, no ha logrado aún legislar para establecer un plan de salud subsidiado para la quinta parte de sus habitantes.

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