martes, 16 de marzo de 2010

Unos pocos avances...

Editorial

El Tiempo, Bogotá

Marzo 16 de 2010


Un sabor más agrio que dulce es el que quedó entre los casi 14 millones de personas que salieron a depositar su voto durante la jornada electoral del domingo pasado. La razón monda y lironda es el injustificable retraso de la Registraduría Nacional a la hora de entregar sus resultados, algo que no ocurría desde hace décadas y que puede tener consecuencias muy serias (ver el editorial siguiente).

No obstante, mientras llegan los datos definitivos y las autoridades toman las medidas respectivas para no repetir los equívocos de las últimas horas, es posible hacer un balance de lo bueno, lo malo y lo feo de la cita que tuvo el país con la democracia. En ese orden, hay que comenzar destacando el aumento de la participación de los votantes en todo el territorio nacional. Desde tempranas horas de la mañana, los ciudadanos se acercaron en forma masiva a las urnas, en un ambiente predominantemente tranquilo. Según las autoridades, el número de incidentes relacionados con el orden público fue el más bajo en un cuarto de siglo, gracias a lo cual la población sufragó en calma.

Esa circunstancia, sin embargo, no impidió la aparición de vicios conocidos. Una vez más, la compra de votos, la retención de cédulas y el trasteo de electores volvieron a hacer presencia, a pesar de operativos ocasionales, que desembocaron en la incautación de dinero o la captura de un puñado de personas. Aunque esos problemas son de vieja data, todo indica que la epidemia se ha extendido por todos los rincones del país y que serán necesarios remedios más fuertes para contenerla.

La pregunta, no obstante, es si el nuevo Congreso tendrá la capacidad de acabar con las malas costumbres que van a llevar al Capitolio a más de un dirigente cuestionado. Y es que, a pesar de los vientos de renovación que soplaron en algunas colectividades, son razonables las inquietudes de quienes afirman que hay pocos motivos para el optimismo. Así lo revelaría el hecho de que es alta la proporción de parientes o gentes cercanas a personas condenadas por la 'parapolítica' o a los clanes burocráticos de siempre, como lo demostró el éxito relativo del Partido de Integración Nacional (PIN).

Ese grave lunar no impide reconocer las realidades políticas que habían anunciado las encuestas y que confirmaron los conteos. Así, es claro que los partidos más cercanos a Álvaro Uribe lograron las votaciones más altas, como fue el caso de 'la U' y el conservatismo, que mantienen en general la fortaleza con que cuentan en el Congreso actual. Por su parte, el Partido Liberal tuvo un desempeño honroso al preservar inalterada su cuota en el Senado y conseguir un llamativo crecimiento en el total de sufragios recibidos. Al mismo tiempo, Cambio Radical pudo sobreaguar después de haber sido diezmado hace unos meses, cuando algunos de sus principales alfiles escucharon los llamados del uribismo.

Sin duda alguna, la renovación estuvo a cargo del Partido Verde que, gracias a la inteligente campaña planteada por los tres ex alcaldes de Bogotá que lo impulsaron, conformó un grupo pequeño, pero que seguramente se hará sentir en el Capitolio. En contraste, el Polo Democrático fue castigado por los votantes, como lo muestra la derrota de su presidente, el senador Jaime Dussán, quien ayer presentó su renuncia.

Como es apenas obvio, los resultados mencionados van mucho más allá del nuevo Congreso, pues faltan apenas 11 semanas para las elecciones presidenciales del 30 de mayo. En esa etapa que ahora comienza, las huestes uribistas tienen la primera opción para seguir en la Casa de Nariño, pero todos los candidatos deben tener en cuenta que nada está asegurado y menos en la que será una de las campañas más cortas de la historia reciente, en donde el margen para recuperarse de los errores será mínimo.

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