lunes, 22 de marzo de 2010

El derrumbe del Frente 47

Editorial

El Mundo, Medellín

Marzo 22 de 2010

Para los departamentos afectados por su presencia, esta es una noticia que reaviva la confianza en la seguridad democrática y la certeza de que lograremos vivir en paz, gracias a la eficiencia de la Fuerza Pública.

Con la captura del jefe del Frente 47 de las Farc y la obtención de valiosa información para la inteligencia militar, ocurrida en la madrugada del sábado en una vivienda rural de Granada, Antioquia, en operación conjunta de la Inteligencia de la Policía y la Cuarta Brigada, se logró un trascendental avance en la lucha de varios años contra esa facción guerrillera, creada en 1985 para operar en una vasta zona del suroriente de Antioquia y el norte de Caldas, donde se ensañó contra la población y se enriqueció en acciones de narcotráfico, secuestro y toma ilegal de tierras de campesinos, para sus sembrados de coca. Para los departamentos afectados por su presencia, esta es una noticia que reaviva la confianza en la seguridad democrática y la certeza de que lograremos vivir en paz, gracias a la eficiencia de la Fuerza Pública.

La campaña contra ese frente ha tenido grandes logros desde que el Ejército consiguió la caída de sus jefes, los alias Iván Ríos y Karina, muerto el primero por el guerrillero que se hizo famoso por llevar su mano como prueba para cobrar la recompensa y rendida la segunda ante la inminencia de su captura, cuando también se había conseguido reducirla a una estrecha zona rural del municipio de Nariño. La liquidación de ese frente se ha consolidado en operaciones sucesivas que consiguieron desmantelar buena parte de sus caletas de armas y abastecimiento, controlar muchos de sus laboratorios de cocaína, capturar a comandantes, mandos medios y guerrilleros rasos y avanzar en el desminado de campos que protegían sus escondites.

El capturado, Rubén Darío Ortiz Giraldo, a. Moncholo, es un hombre oriundo de Apartadó, que a sus 38 años ajustó 23 de militancia en las Farc, narcoguerrilla en la que se curtió en la ejecución de toda clase de delitos. Según las informaciones de la Cuarta Brigada, en su prontuario figuran acusaciones por tráfico de armas y cocaína, además de homicidios en persona protegida, secuestros y extorsiones. Entre los años 2000 y 2007 dirigió ataques a municipios de la zona de embalses en el oriente antioqueño y se le considera responsable del homicidio de 24 miembros de la Fuerza Pública, y de los crímenes de reclutamiento ilegal y desaparición forzada de personas. Con ese prontuario, la justicia tiene como darle un castigo suficiente y ejemplar.

Con esta captura, las Fuerzas Armadas se acercan cada vez más al objetivo de desmantelar ese frente, que se preciaba de su organización y su capacidad de generar terror sobre la población. Aunque quedan algunos pequeños reductos, su capacidad de aterrorizar a las regiones que lo padecieron ha quedado reducida a mínimos, y los supervivientes que apenas llegan a 23 se tienen que limitar a huir de la Fuerza Pública como simples delincuentes comunes que han sido. Por otro lado, con los datos de inteligencia sobre los frentes que atacan esa zona del país, se fortalece la capacidad de nuestro Ejército para reducir a su mínima expresión a un grupo que llegó a tener 400 hombres y control directo sobre casi diez municipios de una amplia y rica zona de la geografía antioqueña y las vecindades de Caldas.

En el proceso de captura del guerrillero, el Ejército contó con colaboración de la ciudadanía del oriente antioqueño, que ha roto las cadenas de miedo con que las Farc la oprimieron durante más de dos décadas para transformarse en colaboradora activa de las acciones para la conquista de la seguridad. El empeño de las Fuerzas Armadas por recuperar la tranquilidad en esas zonas y el trabajo desarrollado por el Laboratorio de Paz en la reconstrucción de la institucionalidad afectada por la guerrilla y el paramilitarismo están haciendo nacer la esperanza en una ciudadanía altamente participativa, que es la principal contribuyente a la plena recuperación del progreso en las regiones donde el narcoterrorismo llegó a arrinconar a las gentes y a pretender usurpar las funciones del Estado. Aquí tenemos una muy buena muestra del país que podemos llegar a tener contando con la aplicación coordinada de las políticas de seguridad y las de impulso de la institucionalidad democrática.

En la celebración de esta victoria conquistada por la Cuarta Brigada, recogemos el llamado del presidente Uribe en Ibagué a los comandantes de las Fuerzas Armadas para estrechar el cerco a alias Alfonso Cano, que se refugia en el Tolima. En su proclama hay un reconocimiento a la capacidad que tienen nuestras Fuerzas Armadas de conquistar grandes metas y al creciente deterioro en que la política de seguridad democrática ha sumido a las Farc, hechos que deben redundar en victorias cada vez más contundentes contra sus jefes. Es posible que la victoria lograda en Antioquia sea un paso definitivo en el esfuerzo del país por vencer a la guerrilla narcoterrorista, que ya está viendo el final de sus días de amenaza contra el pueblo colombiano.

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