viernes, 19 de marzo de 2010

La nueva política

Jorge Enrique Pava Q.

La Patria, Manizales

Marzo 19 de 2010

Más allá del enredo que significó para los votantes del domingo pasado tener que elegir por medio de unos tarjetones confusos, llenos de números y símbolos de partidos, y seccionados para negritudes y comunidades indígenas, el no poder conocer los resultados finales después de varios días de elecciones, nos hace percibir un tufillo apestoso que ensombrece un acto democrático que debería estar rodeado de transparencia, agilidad y eficiencia.


Muchas campañas se han hecho en Colombia para tratar de derrotar el abstencionismo electoral y mucho se insiste en la necesidad de que el pueblo se manifieste en las urnas como tal vez el único mecanismo para expresarse válidamente; pero si cuando ese mismo pueblo a quien se le reclama su apatía, se decide a ejercer su derecho y encuentra las enormes dificultades que se nos pusieron en esta última jornada, no es de esperarse que vuelvan a votar.


Tener casi dos millones de votos anulados por errores que obedecen a la confusión misma que presentaban los tarjetones, es casi que engañar al electorado y es el mayor desestímulo que las propias instituciones electorales le pueden proporcionar al pueblo. ¡Qué vergüenza! Y si a esto se le suma un Registrador irresponsable, cínico y aparentemente inamovible, pues nos tendremos que dar al dolor de asistir a elecciones manipuladas y peligrosamente desordenadas.


No nos alcanzamos a explicar las razones por las cuales se decide cambiar la empresa que desde hace más de veinticinco años venía prestando los servicios para la organización electoral, máxime cuando en las últimas jornadas habíamos tenido forma de comprobar su eficiencia, y los resultados de las elecciones los teníamos el mismo día y a tempranas horas. Algo raro debe haber en esta decisión y las investigaciones sobre estos hechos no se deben hacer esperar.


¿Qué credibilidad podremos tener sobre los resultados del domingo? ¿Qué confianza podremos tener en unas próximas elecciones, que muy seguramente van a ser reñidas y ganadas por un escaso número de votos? ¿Qué medidas se van a tomar para alejar estas grandes sombras que hoy se ciernen sobre la Registraduría?


El país necesita respuestas claras y que se tomen medidas legales contundentes para poder recuperar la confianza en las instituciones electorales y poder llamar al pueblo para que ejerza su derecho, facilitándoles las cosas y no entorpeciéndolas como sucedió esta vez.

* * *


Todo parece indicar que a Caldas le llegó la hora de la renovación del manejo político y, con ello, la oportunidad de cambiar el dominio que nos ha tenido anquilosados durante estos últimos treinta años. Un partido conservador cuya dirección cambió por mandato del pueblo; un partido liberal que perdió relevancia y que, por sustracción de materia, está pidiendo a gritos un reemplazo de sus dirigentes; un PDA que perdió los espacios en Caldas, gracias a esa posición negativa y perversa y a que lo único que ha hecho es atravesársele al progreso y al desarrollo; un partido de la U en un conflicto interno que, de saberse aprovechar, puede salir fortalecido; y otros partidos políticos minoritarios que tienen que obligarse a una reingeniería urgente, nos están señalando la oportunidad para que llegue gente fresca, con una visión diferente y con intenciones verdaderamente altruistas a manejar la política departamental.


Y si no aprovechamos esta ocasión para vincular a la juventud a los partidos, ofreciéndoles la oportunidad de ejercer la política con una mirada sana y alejada de la corrupción, tal vez mañana nos estaremos dando golpes de pecho por haber sido tan irresponsables de desperdiciar estas circunstancias tan especiales que la vida nos ha puesto en las manos. Es hora de empezar a enviarle un mensaje a las nuevas generaciones y empoderarlas para que se preparen y asuman las riendas de la política, alejados de los vicios tan aberrantes que la han dominado, y de ofrecerles la posibilidad de escalar dentro de ella como fruto del trabajo, la preparación y la constancia.


Algún día tenía que pasar. Algún día nos teníamos que liberar de la hegemonía que nos ha dominado. Algún día tendríamos que ver compensada la lucha que desde algunos estadios se ha librado para recuperar la confianza en la política y para dignificar su ejercicio. Y es ahora o nunca. En las manos de los nuevos líderes y directores de los partidos está el refrescar esta actividad y en volverla atractiva para todos.

No hay comentarios: