sábado, 20 de marzo de 2010

De las urnas inciertas

Carlos Martínez Simahan

El Nuevo Siglo, Bogotá

Marzo 20 de 2010

EL desconcierto por las fallas en la Registraduría Nacional va en aumento. Cuando se esperaba que la tecnología ofreciera resultados prontos y veraces, se presentó un colapso informativo que pudo causarle serios daños al proceso democrático. Además, cuando el martes se reinició el recuento, aparecieron nuevas improvisaciones y atrasos técnicos, todos atribuibles a la organización electoral. Es notoria la indolencia del Registrador Nacional, quien no se ha apersonado de las soluciones al caos.


Al lado de las falencias señaladas es necesario ahondar en el sistema electoral. La verdadera causa del problema es la Circunscripción Nacional para Senado de la República. En sí misma, va en contravía de la razón de ser de los Congresos, pues el control presupuestal y la representación regional están en su acta de nacimiento. Además, tal sistema ha multiplicado el costo de las campañas, que en la práctica equivalen a una justa presidencial, ya que cada aspirante debe buscar votos en todas las regiones. Ha sido, también, un escenario propicio al dinero caliente de las múltiples mafias. Para el votante poco educado un tarjetón de 900 números y 900 nombres se vuelve inmanejable. Eso explica la gran cantidad de votos nulos. Asimismo, los jurados sin entrenamiento contribuyen al desorden general.


Si no recuerdo mal, sólo en Israel y Uruguay existe la Circunscripción Nacional para Senado. Cuando rige es, de manera excepcional, para darles oportunidades a las minorías. En Colombia, esa figura atípica en las democracias modernas, se aprobó porque Salvación Nacional y M-19, movimientos políticos triunfantes en la Constituyente del 91, pretendían replicar la victoria en las elecciones parlamentarias. Tal intento se frustró cuando el presidente López dijo, en la célebre noche palaciega, que quienes cerraran el Congreso debían declararse impedidos en los nuevos comicios. Y así quedó en las normas.


Las reformas al Congreso se han aprobado para sancionar los vicios de la institución, pero no han tenido éxito y las corruptelas continúan. Ante esos antecedentes lo que se requiere es una reforma solución que le permita al Congreso “recobrar el espacio público que le arrebatan los poderes fácticos y reinventarlo como gestor de proyectos colectivos”. En ese camino deberán los partidos acabar con el canibalismo del voto preferente y presentar listas cerradas, sustentadas en la democracia interna.


Por último, siempre surge en épocas electorales la pregunta de cómo atacar la ostensible compra-venta de votos. Repito una propuesta herética: se requiere una legislación transitoria que considere como delito la compra del voto y no su venta. Así se facilitaría la obtención de las pruebas, que con la actual legislación resultan imposibles de perfeccionar. Anotemos que el clientelismo se ha convertido en un fenómeno perverso de doble vía.

Desorientados y aturdidos están los columnistas que anuncian división conservadora por la artificial incertidumbre de los resultados de la consulta interna. Al contrario, el Conservatismo se renovó vigoroso, aumentó sus fuerzas y se dispone a una campaña victoriosa con quien gane en las urnas. Todos somos de los mismos, como afirma Juan Gabriel Uribe.

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