martes, 16 de marzo de 2010

¿Una ruta indirecta hacia un Estado palestino?

Daoud Kuttab*

El Tiempo, Bogotá

Marzo 16 de 2010


RAMALLAH - Los palestinos y los israelíes tienen expectativas diferentes y posiblemente contradictorias sobre las negociaciones indirectas para cuyo comienzo Estados Unidos los ha presionado.

Israel fue una de las primeras partes que recibieron con satisfacción la reacia decisión de la Liga Árabe de respaldar el llamamiento del presidente palestino, Mahmoud Abbas, para que los árabes aceptaran las conversaciones. Es claro que para el gobierno de derecha del primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, el comienzo de las conversaciones indirectas sin suspender los asentamientos en Cisjordania y Jerusalén es como una victoria. Sólo para recordarle esto al mundo, mientras se preparaba el arranque de las negociaciones indirectas, el gobierno de Israel aprobó la decisión de empezar la construcción de 112 unidades de viviendas en un asentamiento al sur de Belén, y 1.600 nuevas unidades de viviendas en Jerusalén oriental.

Para los palestinos, el retorno a las negociaciones, aunque indirectas, está centrado en un tema estratégico: las fronteras. La idea, una nueva, tiene como objetivo lograr que los israelíes y los palestinos acepten las fronteras del Estado palestino que ambas partes y el resto del mundo consideran como la salida de un conflicto que ha durado décadas.

Los palestinos quieren que las zonas ocupadas por los israelíes tras la guerra de junio de 1967 constituyan el Estado palestino. Esto se ajusta a las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, entre ellas la 242, que estableció "la inadmisibilidad de la adquisición de territorio por medio de la guerra."

Sin embargo, un retorno a las fronteras de 1967 significaría que grandes porciones de asentamientos -así como asentamientos más pequeños en Jerusalén oriental- serían parte del Estado palestino. Pocos esperan que eso ocurra. Las negociaciones previas han incluido una posibilidad para hacer intercambios de tierras, lo que permitiría a Israel conservar grandes porciones de asentamientos y ofrecer tierra en Israel a los palestinos. El intercambio más probable implicaría tal vez un territorio para crear un corredor terrestre Cisjordania-Gaza.

Sería mucho más difícil delimitar Jerusalén. Los palestinos y los israelíes han dicho públicamente que no quieren un muro que separe el occidente y el oriente de Jerusalén. Entre las diversas ideas en circulación, la mayoría incluye el llamado del ex presidente estadounidense Bill Clinton para que las comunidades judías de Jerusalén sean parte de Israel y las comunidades árabes sean parte de Palestina.

Sin embargo, este plan lo han puesto recientemente a prueba los israelíes de derecha que han ocupado por la fuerza propiedades palestinas en el corazón del barrio Sheikh Jarah, de Jerusalén oriental. Cientos de partidarios de la paz israelíes, junto con algunos activistas internacionales, se han unido a los palestinos desalojados para protestar contra las acciones de estos colonos radicales, que han sido apoyados por autoridades municipales y gubernamentales.

Por consiguiente, desafortunadamente es improbable que las negociaciones indirectas que ahora están comenzando produzcan resultados tangibles en las fronteras del Estado palestino. En efecto, es muy remoto esperar dichos resultados en los cuatro meses propuestos como plazo.

No obstante, para ambas partes, el proceso puede ser tan importante como los resultados. Para los israelíes, estas conversaciones aliviarán la presión internacional y la de los Estados Unidos, mientras que al mismo tiempo ofrecerán algo de legitimidad a la postura de Netanyahu, que consiste en hablar de paz sin renunciar a los asentamientos y a Jerusalén. Muchos dirán que este aparente apoyo a la paz sin ceder las tierras ha sido la postura exitosa de Israel durante décadas.

Para los palestinos, sin embargo, este proceso es diferente de las negociaciones del pasado. Al negarse obstinadamente a negociar cara a cara mientras no se suspendan totalmente los asentamientos, la atención se ha centrado en lo que muchos creen es la esencia del régimen de ocupación colonial de Israel.

Son bien conocidos para los palestinos e israelíes, así como para la comunidad internacional, la forma y el fondo de lo que sería una solución aceptable para las mayorías de ambos lados. Al enfocarse en la necesidad de lograr acuerdos sobre las fronteras en un periodo corto, los palestinos están diciendo que no ven la utilidad de negociar medidas graduales, que prefieren primero acordar un arreglo final y después regresar a trabajar sobre las cuestiones de la aplicación.

Quizá el aspecto nuevo más interesante de las próximas negociaciones indirectas es lo que ha estado pasando directamente en los territorios ocupados. El primer ministro palestino, Salam Fayyad, ha estado activo en la ejecución de un plan estratégico que se espera conduzca a un Estado palestino de facto dentro de año y medio. También han estado aumentando las protestas no violentas, mientras que los actos violentos y los atentados suicidas han disminuido drásticamente.

Los negociadores estadounidenses que esperan tener un papel activo en las negociaciones indirectas, y que se sentarán por primera vez en la mesa de negociaciones, si estas tienen lugar cara a cara, aparentemente han prometido a los palestinos que los Estados Unidos acusarán a la parte que se atreva a echar abajo las conversaciones.

Tal pronunciamiento estadounidense (si señala culpable a Israel) daría a los palestinos la oportunidad de declarar el fracaso de las negociaciones y, por consiguiente, avanzar hacia una declaración unilateral sobre la condición de Estado, con la esperanza de que la comunidad mundial lo reconozca. En ese caso, a los estadounidenses les será difícil negar el reconocimiento a un Estado palestino que se ajuste a lo que la comunidad internacional ha dicho es la única solución aceptable a este conflicto inextricable.

*Director de Community Media Network en Amman, Jordania, fue profesor de Periodismo de la Universidad de Princeton. Copyright: Project Syndicate, 2010. Traducción de Kena Nequiz

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