sábado, 20 de marzo de 2010

México: daños colaterales

Editorial

El Colombiano, Medellín

Marzo 20 de 2010

La violencia de los narcos en Ciudad Juárez tocó las puertas de la Casa Blanca. El asesinato hace una semana de dos funcionarias, y uno de sus esposos, del servicio diplomático de Estados Unidos, obligó a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, a empacar maletas hacia México, donde se revisará el Plan Mérida. Una demostración de que el narcotráfico no distingue fronteras.

Son palabras de la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton: "Nuestra insaciable demanda de drogas ilegales impulsa el narcotráfico y nuestra incapacidad para evitar el contrabando de armas causa la muerte de cientos de miles de personas". Las pronunció en marzo de 2009, durante su primera visita oficial a México.


Y estas otras: "Se han metido con nuestra familia y es hora de actuar". Las pronunció el lunes pasado, dos días después del asesinato de tres personas, dos funcionarias del servicio diplomático de los Estados Unidos en Ciudad Juárez, y el esposo de una de ellas, a manos de los carteles de la droga que operan en la zona de frontera entre los dos países.


Ambos momentos reflejan la crítica situación de violencia que sigue sacudiendo a México y ponen de presente, una vez más, que ante el narcotráfico nadie está exento de sufrir sus consecuencias. Si bien hacía falta que Estados Unidos reconociera con mayor vehemencia la corresponsabilidad que tiene en la lucha contra las drogas y su cadena criminal, en México sobran las buenas intenciones y los anuncios de más pie de fuerza en la frontera para combatir a los narcos. Está demostrado que el problema del narcotráfico no se soluciona, per se , con más policías y soldados, capturando jefes y sicarios, sino con planes integrales y con el concurso de la comunidad internacional para atacar no sólo la producción y el consumo, sino también el tráfico de precursores químicos y de armas, el lavado de activos y la corrupción que se alimenta de todos juntos.


Ahora que la propia Hillary Clinton empaca maletas de nuevo hacia México, adonde llegará el martes próximo en compañía de ocho altos funcionarios del Departamento de Estado, y Obama ofrecerá una Cena de Estado al presidente Felipe Calderón, a fines de mayo, sería bueno que Estados Unidos revisara su estrategia antidrogas en la región.


México, como Colombia, necesita toda la solidaridad del mundo en esta lucha contra los narcos, pues es sabido también que con la trashumancia de los cultivos ilícitos y sus ejércitos irregulares se están incubando otras guerras en Suramérica, Centroamérica y el Caribe. No es hora de taparse la cabeza y dejar desprotegidos los pies. El Plan Mérida, la versión mexicana del Plan Colombia, entra en una etapa decisiva de recuperación institucional, de eficacia en la justicia y de una inversión social que permita sacar de la guerra a no menos de medio millón de jóvenes que ahora deambulan sin norte por las calles de México.

Nos alegra que Colombia, y en especial Medellín, estén acompañando con sus experiencias, de éxitos y fracasos, este nuevo plan de intervención estatal que el Presidente Felipe Calderón adelanta en Ciudad Juárez. Son también ¡nuestra familia!

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