Ernesto Matallana*
El Tiempo, Bogotá
Marzo 17 de 2010
Escuchando un debate sobre si había sido una buena elección la invitación que Juan Manuel Santos extendió a su contradictor durante el Gobierno de Andrés Pastrana, Angelino Garzón, para formar parte de su proyecto político como fórmula a la Vicepresidencia, se indicaba, entre otros comentarios, que no había claridad sobre que le aportaba Argelino a la campaña, pero lo que más me llamó la atención fue la descalificación que hicieron algunos a la figura misma de ex ministro, ex gobernador y ex embajador del actual gobierno, y era básicamente que no representaba nada, que no era coherente, que era un oportunista, pues de ser sindicalista pasó a formar parte del Gobierno de Pastrana como Ministro de Trabajo, luego ser Gobernador del Valle del Cauca y hoy como embajador en el gobierno de Uribe y no necesariamente por pertenecer a la izquierda colombiana sino por otros movimientos o partidos políticos, como el liberal (de hecho, el presidente del Polo Democrático aclaró y fue enfático en señalar que Angelino Garzón no representa a dicha colectividad).
En la mesa no hubo unanimidad sobre el interrogante formulado, salvo algunas voces que señalaban que siendo que Santos tiene asegurado su paso en la primera vuelta, la fórmula vicepresidencial fue elegida para aportar votos en la segunda vuelta; entonces, para el ponente de esta idea, las fórmulas presidenciales usualmente tienen como vocación la captura de votos que el candidato a la Presidencia no puede tomar por sí mismos. Otras voces, por el contrario, fueron duras en señalar ante un opinión respecto a que Angelino Garzón estuviera en la fórmula como un mecanismo para el manejo de los derechos humanos, que Garzón no podría ser una prenda de garantía ante este tema, pues en este gobierno, siendo embajador, nunca se pronunció sobre las listas de sindicalistas que pasaba el DAS a los grupos paramilitares para su eliminación.
Por último también se le descalificó por su paso en el gobierno que permitió, con el territorio liberado del municipio de San Vicente del Caguán, que la guerrilla secuestrara y hurtara sin ningún tipo de control.
No sé si tienen o no razón estas críticas; en mi criterio, por el contrario, veo un acierto en el nombramiento de Angelino como fórmula para la Vicepresidencia de la campaña de Santos, primero porque comparto que puede ser una ayuda para la segunda vuelta, pero creo aún más que el nombramiento es más visionario si pensamos que en caso de ser elegido Juan Manuel, Colombia pueda estar cerca de un proceso de pacificación del país. La propuesta de gobierno es muy clara, seguir el programa de Seguridad Democrática seguramente con la marca personal del candidato, pero con el objetivo de seguir reduciendo los espacios de las Farc como grupo al margen de la ley.
En estos términos, el conflicto armado puede llegar a un punto muerto en donde ni el Estado pueda llegar hasta el corazón de las bases de la guerrilla y ésta, a su vez, tenga poca posibilidad de realizar sus acciones por la apropiación del territorio de las Fuerzas Armadas y el retorno de la institucionalidad (policía, jueces, organismos de control, etc).
En este caso, es posible que las partes quieran sentarse a hablar y allí me parece fundamental la experiencia de Angelino Garzón, quien puede generar puentes de entendimiento debido a su paso por el sindicalismo y su participación en el fallido proceso de paz de Pastrana, pues pienso que de ese proceso se debió aprehender mucho y no creo que se vuelvan a cometer los errores que lo llevaron al fracaso.
Pero si la fórmula de Juan Manuel Santos fue afortunada, no pienso lo mismo del candidato Gustavo Petro, pues Clara López Obregón sale muy cuestionada en su paso por la Secretaría de Gobierno del Distrito Capital, en donde se le acusa de haber dirigido la contratación para favorecer los intereses de su esposo, Carlos Romero, en su aspiración al Senado de la República, críticas que arreciaron al final de su mandato, pues uno de sus subalternos estuvo en una reunión invitando a que se votara por el señor Romero.
Entonces, uno no entiende si el nombramiento fue una especie de salvavidas para el gobierno de Bogotá y que no terminará afectado el Polo en las elecciones a Senado y Cámara, que no me parece que lo logre; o si, por el contrario, se trata de captar toda la votación que le pueda suministrar su fórmula a la vicepresidencia producto del ejercicio que realizó en la Secretaría de Gobierno, algo igualmente reprochable.
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