miércoles, 24 de marzo de 2010

Un personaje gris

Alberto Velásquez M.

El Colombiano, Medellín

Marzo 24 de 2010

Los hombres más representativos de América Latina no tuvieron el más mínimo interés en aspirar a dirigir la OEA.


Un premio Nobel de Paz, porque esta región del tercer mundo no da aún para Nobel de Física, Química o Economía, como Óscar Arias, considera a la OEA como "institución débil".


En los últimos tiempos, la entidad ha sido inferior a los propósitos trazados por su fundador Alberto Lleras, como "los de evitar y dirimir los conflictos entre países del continente".


Es tan irrelevante su gestión, que como lo hemos repetido en algunas ocasiones, el presidente Belisario Betancur la concibió como un entretenido club para almorzar en Washington con buenos amigos.


Por eso hoy, por sustracción de materia, se va a reelegir a José Miguel Insulza, un político chileno de la izquierda, sin mayor concepción de un mundo moderno y pluralista. Ya Estados Unidos en el último minuto y ante la carencia de candidatos de peso, le dio el aval.


Colombia le había dado el apoyo a Insulza, a pesar de éste haber demostrado indiferencia con los intereses del país cuando ha sido zarandeado por diversos actores de la política suramericana.


Posiblemente lo hizo, dado el interés colombiano por acercarse más a Chile, con quien hace tres años suscribió un TLC que le ha servido para tener en aquella nación el tercer socio comercial. Además, Chile podrá ser de mucha utilidad en la pretensión colombiana, no sólo de entrar al Foro Económico de Asia Pacífico -cuya suerte se jugará a finales de este año en la reunión de Apec en los Estados Unidos-, sino de lograr la reelección de Luis Alberto Moreno en el BID.


Si Marx decía, según frase que se le ha atribuido, que detrás de cada conflicto bélico hay una razón económica, sí que es cierto que detrás de toda jugada política hay unos factores económicos -que no ideológicos- que bien orientados y aprovechados, pueden servir al interés del pragmatismo nacional.


El manejo de la OEA por parte de Insulza ha sido más contemporizador que definido. Ha estado más cerca de los gobiernos de izquierda del continente que de los de centro. Su intervención, si fue que la hubo, fue infructuosa para evitar el enfriamiento de las relaciones entre Ecuador y Colombia a raíz de la muerte de Raúl Reyes. Situación tensa que se redujo, pero aún sin normalizarse, luego de la reunión en México entre Uribe y Correa.


Insulza le ha guardado un excesivo respeto, con signos de temor, a las truculencias de Chávez, autócrata que alguna vez lo llamó "insulso".


El Washington Post calificó su gestión de fracasada y de perder la neutralidad para romperla a favor de los gobiernos de izquierda de la región.


Un secretario descolorido para una entidad marchita, apenas es.


Está bueno para lo que hay que hacer en la OEA.


Una institución sin dientes, sin ganas, sin metas, sin propósitos de enmienda para modernizarse y actualizarse.

Una entidad que ni atrae ni convence. Pocos le creen en América -porque cada vez le sale competencia como el bloque de pobres de América Latina y el Caribe, sin Estados Unidos y Canadá, según propuesta del Grupo de Río en México- ni en Europa, ni en el Asia/Pacífico desarrollada.


Su respetabilidad es muy limitada. Y por ello no despierta entusiasmo, ni conmueve a la audiencia americana. Y al no convencer, se contenta con tener en su dirección a un personaje tan gris como lo fue Chamberlain en los albores de la Segunda Guerra Mundial.

1 comentario:

Ashley Smith dijo...

No soy partidario de este gobierno ni nada por el estilo, pero no dejan de ser buenas noticias el hecho de que haya nuevas obras planificadas para comenzar!

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