lunes, 8 de marzo de 2010

La baja de las tasas

Abel Gómez López *

El Tiempo, Bogotá

Marzo 8 de 2010


El manejo de la tasa de interés de usura a partir de enero del 2007 le resta eficacia a la política del Banco de la República orientada a reactivar la economía y el empleo.


El Emisor ha venido bajando su tasa de interés con la esperanza de que esta política se transmita al sector productivo y en particular a las empresas pequeñas, que son las más castigadas con los elevados costos de financiación.


Sin embargo, las pequeñas empresas, las más importantes en la preservación de los actuales empleos y también en la creación de los nuevos, no han recibido los beneficios de la baja de tasas de interés ni con la celeridad ni con los puntos porcentuales necesarios para enfrentar la recesión y el exagerado costo del crédito.

Resulta que, a la fecha, según datos de la Superintendencia Financiera, el Gobierno ha fijado una tasa de usura de 33,93 por ciento para los microempresarios y de 24,21 para el resto. Esto significa que el Gobierno autoriza que se les cobre a los pequeños 972 puntos básicos más que al resto de empresarios.


Con base en la anterior autorización, en el momento de escribir éstas líneas los bancos cobran 22,62 por ciento a los microempresarios (que reciben préstamos que no excedan los sesenta y dos millones de pesos) y 16,14 por ciento al resto de empresarios.


En términos porcentuales, a los mayores generadores de empleo en Colombia se les está penalizando con una financiación 40 por ciento más cara que la que se cobra al resto de productores. Esa carestía de la financiación es más agobiante si se tiene en cuenta que la rentabilidad de los microempresarios es la más baja del sector productivo, porque ellos enfrentan el mayor grado de competencia.


A lo anterior hay que agregar que el uso de una base más alta para calcular las tasas de interés de usura amplió el espacio de que disponían los prestamistas para retrasar y minimizar la transmisión de la política monetaria destinada a bajar las tasas de interés.


Este es el resultado de la descoordinación de políticas. Una tasa lombarda anticíclica anulada, en parte, por una tasa de usura pro cíclica, que causa efectos perversos al encarecer los costos de financiación del sector productivo, lo que impide la reactivación del empleo y, simultáneamente, desestabiliza a los bancos.

El encarecimiento de la financiación, vía mayor base para estimar la tasa de usura, trajo como consecuencia inmediata la reducción de la capacidad de pago de los usuarios del crédito y, en consecuencia, retrasos y cesación de pagos que tienen deteriorada la cartera de los bancos.


Antes de la modificación del cálculo de la tasa de usura, la cartera vencida en todas las modalidades de crédito crecía a tasas inferiores a las que crecía la cartera vigente. Pero tres meses después de ampliado el espacio para subir los intereses, entre abril y mayo del 2007, cuando todo era color de rosa en la economía colombiana, la cartera vencida sobrepasó vertiginosamente en ritmo de crecimiento a la cartera vigente y así se mantiene hasta nuestros días.


Por el bien del empleo, del capital de trabajo del sector productivo, de la estabilidad de los bancos y de la eficacia de la política monetaria, es necesario cambiar la base de cálculo de la tasa de interés de usura y unificarla.

* Economista, profesor y consultor

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