sábado, 6 de marzo de 2010

La gira de la señora Clinton

Editorial

El Mundo, Medellín

Marzo 6 de 2010

Importante empeño el de la señora Clinton, así algunos analistas estén diciendo que se trató de un periplo con resultados mediocres.

La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, terminó ayer en Guatemala una gira de cinco días por varios países de Latinoamérica, programada con el evidente propósito de contrarrestar las críticas de que la administración Obama ha tenido abandonado su “patio trasero” y ha mirado con displicencia el aparente avance del antiyanquismo, encarnado en el coronel-Presidente Chávez y sus socios del Alba. Sea lo que fuere, como rectificación de una política, si no explícita sí bastante implícita en la campaña presidencial demócrata, pues Latinoamérica no figuraba en la agenda de sus preferencias y preocupaciones, es muy importante este empeño de la señora Clinton, así algunos analistas madrugadores estén diciendo que se trató de un periplo con resultados mediocres.


Clara intención de la jefe de la diplomacia estadounidense, deducible de la cuidadosa selección de los visitados, fue sin duda la de llegar en primera instancia a los llamados gobiernos “de izquierda moderada” con un mensaje de respeto a los procesos democráticos que los llevaron al poder y, de paso - “pipos a Santander para que los entienda Bolívar” – de crítica a regímenes como el de Venezuela que hace rato se parece más a una dictadura constitucional que a una democracia. Y habló con franqueza y sin tapujos, respondiendo preguntas de los periodistas en la rueda de prensa conjunta con su homólogo brasileño Celso Amorim. Dijo redondamente que el gobierno Chávez “mina poco a poco las libertades” y de esa manera “perjudica a sus vecinos y los propios venezolanos”, a los que instó a “iniciar un proceso para restaurar la plena democracia, la libertad de prensa y la propiedad privada y para volver a una economía de mercado”. A Estados Unidos, dijo, “le gustaría que Venezuela mirara un poco más hacia el Sur y siguiera el ejemplo de Brasil y de Chile, países con éxito”. Júpiter tronante, el canciller Maduro reventó diciendo que la gira era “un fracaso”, y calificando a la señora de “intrigante”, de “intervencionista” y de pretender “dividir al continente con la misma vieja política de Bush y Condoleezza Rice”.

La primera etapa de la gira fue Montevideo, donde el lunes, primero de marzo, la Secretaria de Estado asistió a la posesión de José Mujica, el ex jefe Tupamaro de los años 60 del siglo pasado, que sucede en el mando a otro izquierdista moderado, Tabaré Vásquez, con quien el Imperio no tuvo ningún problema. “Estoy muy emocionada de estar aquí representando al presidente Obama para ver el pacífico cambio de mando”, dijo. A lo que ripostó Mujica: “Ver a un negro en la primera magistratura de Estados Unidos nos ha dado una enorme lección, que habla de los cambios positivos que se van dando en nuestra época en materia de estereotipos”.

La visita a Argentina estaba rodeada de mayor expectativa, pues son conocidas las tensiones que han caracterizado la relación bilateral en el primer año del gobierno Obama. Una de ellas, a EEUU – lo dijo en el propio Buenos Aires el encargado para América Latina del Departamento de Estado, Arturo Valenzuela – le preocupa la “inseguridad jurídica” y el manejo de la economía, que en muchos casos afecta los intereses de inversionistas norteamericanos. Sin embargo, parece que entre damas se entienden muy bien, pues la señora Clinton se anotó un triunfo al conseguir un compromiso expreso de la presidenta Cristina Kirchner en la condena a la proliferación nuclear y al terrorismo y, específicamente, al programa iraní de enriquecimiento de uranio con fines nucleares, una cuestión medular en la agenda diplomática norteamericana. A cambio de eso, la señora Clinton prometió “alentar un diálogo” entre el Reino Unido y Argentina en el diferendo por la soberanía de las islas Malvinas.

Luego de su visita a Chile, donde se entrevistó con la presidenta saliente Michelle Bachelet y el presidente entrante, Sebastián Piñera, y les ofreció el apoyo moral y material de EEUU por la tragedia del terremoto, la señora Clinton viajó a Brasilia, donde la esperaba la mayor decepción y posiblemente el único fracaso de su gira. Si en Buenos Aires recibió el respaldo en relación con Irán, en Brasil recibió el portazo del presidente Lula Da Silva, quien considera “imprudente arrinconar a Irán” con más sanciones y, de antemano, anunció su voto negativo a una resolución del Consejo de Seguridad en ese sentido. La sociedad Lula-Ahmadinejad es bastante conocida y no nos sorprende que prestara oídos sordos al muy serio argumento estadounidense de que “Irán habla a Brasil, China y Turquía y a cada uno le dice una cosa diferente para evitar sanciones. Si la comunidad internacional hablara con el mismo tono, Irán no tendría más remedio que responder”. Lula está de salida y habrá que ver qué tal le va a su candidata a sucederlo. Ese resultado puede ser determinante, pues un voto en el Consejo de Seguridad vale mucho y el Brasil de Lula quiere jugar en las grandes ligas, junto a China y Rusia, enfrentado a los grandes líderes de Occidente.

En Ciudad de Guatemala, la señora Clinton cerró su periplo con una especie de “cumbre EEUU-Centroamérica, sin Nicaragua”, pues además de reunirse en privado con el anfitrión, Álvaro Cólom, luego departió en un almuerzo con los presidentes de Honduras, Porfirio Lobo; El Salvador, Mauricio Funes; Costa Rica, Óscar Arias, y República Dominicana, Leonel Fernández; el primer ministro de Belice, Dean Barrow y el ministro de Economía de Panamá, Alberto Vallarino, pues el presidente Martinelli está de visita oficial en Israel. Aparte de los temas – lucha antidrogas, migración y remesas – todos muy importantes para esos países, nos parece que ese remate tuvo un mensaje simbólico muy poderoso, pues mostró el absoluto aislamiento del señor Ortega en Centroamérica.

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