martes, 9 de marzo de 2010

La pistola como hazaña de la libertad

Sergio Muñoz Bata

El Tiempo, Bogotá

Marzo 9 de 2010

A sus 71 años de edad y con la pistola al cinto, David Welch entró a la cafetería Starbucks y ordenó un Frapuccino con plátano y una rosca de canela. Los dependientes de la cafetería, según el reporte de la AP, le sirvieron su orden sin inmutarse a pesar del murmullo de los clientes al ver al pistolero.

El estado de Virginia, donde Welch reside, es uno de los 43 estados de la Unión Americana en el que la gente puede portar armas abiertamente, al más puro estilo del "salvaje oeste" americano. Con la gran diferencia de que en el siglo XIX, en algunos de los pueblos donde ocurrían más balaceras el alguacil tenía la autoridad para obligar a los pistoleros a dejar sus armas a la entrada del poblado. Hoy, en 29 de estos estados nada les impide a los bravucones hacer gala de su machismo trasnochado, pues ni siquiera necesitan tener un permiso para portarlas.

Enfrentados al dilema que los pistoleros han creado, muchos de los más importantes negocios de la nación han preferido contemporizar con los fanfarrones aduciendo, hipócritamente, que no es el temor a una represalia económica de los amantes de las armas lo que les lleva a permitir su exhibicionismo sino su profundo apego a las leyes estatales y federales que lo permiten.

Según argumentan sus abogados, estos negocios no interfieren en los derechos de los ciudadanos prohibiéndoles que compren sus verduras en Wallmart, sus libros en Barnes and Noble o sus computadoras en Best Buy sin andar debidamente protegidos con sus armas al cinto. Sólo Dios sabe los peligros que los acechan detrás del televisor, el libro o la zanahoria.

Por fortuna, otros negocios no han sido tan cobardes. California Pizza Kitchen y Peete's Cofee and Tea han tenido el valor de ejercer el derecho que les otorga la ley para impedir que dentro de sus establecimientos sus clientes tengan que soportar el espectáculo de convivir con los empistolados aunque se arriesguen a pagar un alto precio por su valentía.

Welch, el septuagenario de Richmond (Virginia), es sólo uno de los cientos de activistas provocadores que se han fijado como meta forzar a negocios como Starbucks a aceptarlos armados en las tiendas de la cadena. Lo alarmante, sin embargo, no es el desplante en una tienda, sino la visión del mundo y las convicciones ideológicas de quienes promueven la insensatez. Según declaró al periodista de la AP que lo entrevistó, Welch piensa que el ambiente en el que se vive en E.U. es tan hostil que duda de que las instituciones o la policía tengan la capacidad para defenderlo en una situación de peligro y por ello sólo se siente seguro con la pistola al cinto.

El problema es que la realidad no se ajusta a la paranoica visión del mundo de Welch y sus correligionarios, pues en el mundo real son las armas de fuego las que facilitan los robos, los asesinatos y las matanzas de seres humanos. El 60 por ciento de los crímenes en Estados Unidos se cometen con armas de fuego. Y en los hogares donde hay un arma de fuego la experiencia muestra que lo usual es que se utilicen para matar a alguien de la familia o a un amigo y lo insólito es que se usen para matar a un intruso. No obstante, E.U. sigue siendo el país con mayor número de armas de fuego por habitante. Por cada 100 habitantes hay 90 pistolas o fusiles o ametralladoras. Estados Unidos es también el país en el que más a menudo ocurren tragedias en las que un individuo dispara sus armas contra gente inocente. Observando el historial de las matanzas ocurridas desde Columbine, en 1999, aquella en la que dos estudiantes de secundaria mataron a 12 personas antes de suicidarse, el diario británico The Daily Telegraph les preguntaba a sus lectores a qué atribuían el fenómeno.

Entre las respuestas que recibieron hubo una de un lector americano que me llamó especialmente la atención. "Tenemos tantas pistolas -escribió Mike- porque somos una nación libre en la que vive mucha gente libre". Aterradora revelación de quienes creen que traer la pistola al cinto o dormir con una ametralladora Uzi bajo la almohada es una hazaña de la libertad.

No hay comentarios: