viernes, 5 de marzo de 2010

Los tres bocones

Liliane de Levy

El País, Cali

Marzo 05 de 2010

Son ellos, Hugo Chávez, Mahmud Ahmadinejad y Muammar Khadafi, con mucho en común. Los tres son dictadores, disponen de grandes reservas de petróleo y sus afanes de liderazgo sobrepasan sus fronteras. Se quieren perpetuar en el poder y su arma es la provocación, los gritos y el insulto. No siempre ganan. Veamos.

Comenzando por Hugo Chávez, quien consiguió convertir a la rica Venezuela -del “está barato dame dos”- en un país pobre, desempleado, y sometido -y esto es increíble- a severos recortes de energía. Reparte su petróleo a manos llenas para ganar aliados en el exterior y formó un ‘club’ de seguidores con algunos países del continente; otros resisten y Colombia se le atravesó. Álvaro Uribe no se dejó avasallar por los insultos que Chávez le propina a diario. Tampoco se quedó callado cuando el dictador venezolano se entrometió en los asuntos internos de Colombia y lo retó públicamente. Conclusión: con su política agresiva contra Colombia lo único que Chávez logró es que Uribe aparezca como el sensato y el como el fantoche. No me cabe duda de que gran parte de la popularidad de más del 60% que Uribe ostenta tras dos términos de gobierno se la debe a Chávez. Es más: la débil crítica que la opinión colombiana expresó contra las bases norteamericanas se debe a la necesidad de protegerse contra un peligroso vecino. Un balance de fracasos.

Lo mismo diría de Ahmadinejad, de Irán, quien llegó a la presidencia en el 2005, pero fue reelegido en el 2009 por medio de un fraude y una sangrienta arremetida contra sus opositores. Desde el comienzo invirtió sus energías personales como las del país -es decir petroleras- en la tarea de convertir a Irán en el líder religioso por excelencia del mundo musulmán, utilizando un discurso lleno de odio contra quienes no comparten sus ideas… y descuidando lo de más. Resultado: tras cinco años bajo su administración Irán se volvió pobre. ¿Cómo distraer la atención del descalabro? Ahmadinejad escogió la provocación, vociferando amenazas inadmisibles contra Occidente en general, e Israel en particular. Con un programa nuclear que él proclama pacifista y el mundo considera bélico, el líder iraní amenaza con “borrar a Israel del mapa” y no esconde sus patrocinios a temidos grupos terroristas. Y ¿qué consiguió?, que el mundo se una para sancionarlo y obligarlo a abandonar su programa nuclear y que Israel obtenga carta blanca para armarse y fortalecerse a ultranza contra un enemigo que lo quiere destruir... El tiro por la culata.

El tercer bocón es el dictador Muammar Khadafi, de Libia, en el poder desde 1969… También tiene petróleo y por lo tanto acogida en la comunidad internacional, pese a su implicación en sonados atentados terroristas. Ahora Khadafi, muy soberbio, le declara el ‘Jihad’ (guerra santa) a Suiza porque este país aprobó un referendo que prohibe futuras construcciones de minaretes por considerar las existentes suficientes para las necesidades religiosas de la comunidad musulmana del país. La medida aprobada por un abrumador 58% fue juzgada discriminatoria por algunos gobiernos europeos... Hasta que Khadafi habló de ‘Jihad’ contra Suiza y de repente quienes criticaron el referendo tuvieron segundos pensamientos; atemorizados por tanta agresividad y fanatismo piensan que quizá los suizos hicieron lo correcto… Otro tiro por la culata.

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