viernes, 12 de marzo de 2010

Comunismo del siglo XXI

Lionel Moreno Guerrero

El Nuevo Siglo, Bogotá

Marzo 12 de 2010

Chávez dice querer implantar en Venezuela y extender a Latinoamérica su Socialismo del Siglo XXI y para él este socialismo es la doctrina marxista, tal como lo manifestó en enero último, cuando en un discurso televisado dijo, en su jerga, “Por primera vez asumo y lo asumo, y yo cuando asumo, asumo. Asumo el marxismo… que es la teoría más avanzada en la interpretación, en primer lugar científica de la historia, de la realidad concreta de los pueblos y luego el marxismo es sin duda la más avanzada propuesta hacia el mundo que Cristo vino a anunciar hace más de dos mil años: el reino de Dios aquí en la Tierra, el reino de la igualdad, el reino de la paz, del amor, el reino humano (sic)”. Y en cuanto a citas, decía Lenin, “El fin del socialismo es el comunismo”. ¿Quedan dudas acerca del objetivo chavista? Recordemos que el modelo político e ideológico de Chávez, la Cuba de Castro, que visita casi una vez al mes, cuyas ideas e instituciones copia en Venezuela y cuyos funcionarios ocupan cada vez más posiciones en el gobierno venezolano, es el único régimen comunista en nuestro continente. En pocas palabras, el Socialismo del S. XXI tiene por fin implantar el Comunismo del S. XXI. Así, después de la corrección de rumbo en China, después de la muerte de Mao en 1976, cuya dictadura dejó entre 50 y 70 millones de muertos (Revolución Cultural y otras barbaridades), y de la desintegración de la Unión Soviética en 1991 (el solo genocidio de Stalin produjo entre 10 y 20 millones de víctimas), con Venezuela tendríamos dos sistemas comunistas en América y tres en el mundo, con Corea del Norte. China, Vietnam y Laos de comunistas sólo tienen el nombre y los gobiernos dictatoriales porque sus economías no están colectivizadas, ni enteramente nacionalizadas, son capitalismos controlados, con inmensas empresas privadas, con muchísimos millonarios.


Si bien después de 1945 era común el espejismo socialista-comunista, con el mito de una sociedad sin clases, donde la personas trabajarían según sus capacidades y ganarían según sus necesidades, los horrores de Stalin, Mao, Pol Pot, entre otros, hacen difícil explicar hoy la supervivencia de Cuba, a pocos kilómetros de los Estados Unidos y más difícil aún explicar cómo, muy cerca, en Venezuela, se prepara otra aberración humanitaria semejante, sin que al mundo parezca preocuparle mucho el tema. Estados Unidos sigue comprándole el petróleo, Lula y Rodríguez Zapatero tratan de ignorar las violaciones a los derechos humanos en ambos países, el primero de los cuales acaba de decir, respecto a los presos políticos en la isla que “Tenemos que respetar la determinación de la justicia y el gobierno cubano de detener a las personas en función de la legislación de Cuba”. ¿Por qué? Afinidad izquierdista pero, especialmente, comercio. ¿Será, como dijo Lenin, que “los capitalistas nos venderán la cuerda con la que los colgaremos?

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