sábado, 6 de marzo de 2010

La lección de Bogotá

Editorial

La Patria, Manizales

Marzo 6 de 2010


Con lo sucedido en Bogotá y Manizales queda demostrado sí que estos nuevos sistemas integrados son la mejor alternativa para ponerle orden al caótico transporte público colectivo en las ciudades. Difíciles momentos vivió Bogotá esta semana, durante cuatro días -de lunes a jueves-, por cuenta de un paro de transportadores públicos que inmovilizaron 16 mil 500 automotores, entre buses, busetas y colectivos.

Se trató de una presión contra la Alcaldía Distrital que mediante la puesta en marcha del Sistema Integrado de Transporte contempla cambios sustanciales en la forma como opera ese sector y dispone de medidas efectivas para sacar de circulación vehículos de un gremio que por su condición dominante presiona por las vías de hecho cuando la autoridad lo confronta para que cumpla.

Ha sido este el más largo y lesivo paro del transporte en la historia reciente de la capital del país, lo que la convirtió en un caos absoluto pues la salida presionada de servicio de ese parque automotor volcó a casi toda la población hacia TransMilenio que aunque ha tenido una notoria expansión sólo alcanza a movilizar a marchas forzadas un millón 500 pasajeros al día con vehículos adicionales.

Lo de Bogotá fue grave, además, porque los mismos transportadores propiciaron actos vandálicos y desórdenes públicos para impedir que particulares y vehículos de servicios especiales cumplieran rutas en distintos puntos de la ciudad atendiendo a desesperados ciudadanos que de una u otra forma tenían que llegar a sus sitios de trabajo.

Fue así como se organizaron en puntos estratégicos para atacar a los vehículos que de manera improvisada transportaban pasajeros y fueron ellos también, según las autoridades, los que provocaron y motivaron pedreas y desórdenes nocturnos en localidades populares, actos en los que se hicieron millonarios daños en locales comerciales y en mobiliario urbano de la ciudad.

Triste situación de desesperanza e impotencia vivió la gran metrópoli colombiana presionada por quienes a pesar de tener una serie de beneficios dentro del sistema de transporte urbano son renuentes al cambio y para hacer exigencias amenazan con paralizar la ciudad.

Lamentable que el alcalde Samuel Moreno haya cedido a las presiones de esos transportadores que finalmente se salieron con la suya pues a pesar del daño que provocaron y los miles de millones de pesos en pérdidas económicas que tuvo la capital por su culpa, salieron premiados porque ya no tendrán una ganancia del 10% anual sino del 18% dentro del sistema, mientras sus vehículos a la hora de la chatarrización tendrán un precio 5% más alto al estimado para los modelos de 2001 a 2010.

La discusión ahora en Bogotá es quién asumirá esa alza o si esta se le trasladará al usuario en la tarifa que pagará por usar, con un solo tiquete, la red de buses y TransMilenio. Son unos 125 mil millones de pesos anuales más que necesitará el sistema para poder cumplir lo pactado. Por eso muchos dicen ahora que el Alcalde cedió para no generarle más días de problema a la ciudad, pero que el costo por ello será muy alto en el futuro.

Muy similar lo acontecido en la capital del país con lo que pasó en Manizales, sobre todo porque se trata de la aplicación de un nuevo sistema de transporte público, porque hay empresarios que se oponen a él y porque hubo desórdenes y enfrentamientos entre manifestantes y fuerza pública, aunque aquí el servicio urbano si bien se pudo haber mermado, nunca dejó de operar.


Queda demostrado sí que estos nuevos sistemas integrados son la mejor alternativa para ponerle orden al caótico transporte público colectivo en las ciudades, que hay que tener mucho cuidado con el costo de los pasajes pues la idea es que la prestación del servicio sea más eficiente y organizado a precios iguales a los que hay, o más baratos incluso, y que hay que ir aplicándolos paulatinamente para no generar choques ni rechazos abruptos o violentos.

No hay comentarios: