viernes, 5 de marzo de 2010

La tragedia humana como argumento político

Jorge Enrique Pava Q.

La Patria, Manizales

Marzo 5 de 2010

Causa indignación ver cómo Teodora vuelve a la escena nacional utilizando el dolor y la desgracia de los colombianos, y haciendo proselitismo con las circunstancias infernales que les toca vivir a los secuestrados que se encuentran pudriéndose en la selva.


Los primeros días de febrero, anunció con bombos y platillos que la liberación del grupo de Moncayo se daría en dicho mes (según informaciones recibidas de sus amigos farianos), en una arremetida mediática que le aseguró la figuración en todos los medios que se pusieron a su servicio y se dejaron manipular en pleno furor de su campaña al Senado.


Ahora vuelve a anunciar que la liberación se producirá entre el 12 y el 16 de marzo, “coincidencialmente” en días de elecciones, y que el 10 de este mes se fijarán las coordenadas donde se encuentran Moncayo y sus compañeros. ¿Qué pasará entonces si estas liberaciones se producen antes del 14 de marzo? Pues que tendremos evidente el gran aporte que le hacen las Farc a su campaña al Senado, traducido en aparatosas vitrinas internacionales que es en lo que se han convertido estos actos inhumanos de liberaciones de secuestrados expuestos en los medios como trofeos políticos. Y, ¿qué pasará si las liberaciones son posteriores al día de elecciones? Pues que desde ya habrá tenido todos los medios de comunicación enfilados a oír sus sandeces, y dispuestos a convertirse nuevamente en órganos de difusión de sus supuestos sacrificios por la Patria, durante un período estratégico de su campaña.


De una u otra forma, estos anuncios son una artimaña proselitista que, además de cruel e inhumana, es irrespetuosa con el elector y con los demás aspirantes al Congreso Nacional. Y se constituye en un reto más que le hace Teodora a las Altas Cortes colombianas que no han querido ver lo evidente, ni oír la estridencia de su descaro, ni procesarla por sus desafueros y vínculos con las Farc. Porque no de otra manera podríamos traducir el hecho de que se haya convertido en su vocera.


Y volviendo al tema de la indignación que causa utilizar el dolor y la tragedia humana como argumento electoral, no podemos dejar pasar desapercibido el hecho de que Mauricio Lizcano esté abusando de la imagen de su padre el día en que se logró liberar de su secuestro, utilizándola como medio para generar lástima. Porque, ¿qué puede buscar con esto, aparte de posar como víctima en un país en el que millones de colombianos sufrimos de una u otra forma las consecuencias de una violencia atroz? Si el haber tenido un familiar secuestrado se puede convertir en el principal argumento para ser elegido, entonces en Colombia no habría puestos suficientes para los aspirantes.


Por otro lado, la Corte Suprema de Justicia, que abrió la investigación el año pasado en contra de Lizcano, viene dilatando extensamente el proceso exponiéndonos a que se cometa un acto de irresponsabilidad con el departamento, si después de que se elija a Mauricio la sentencia es desfavorable y perdemos otra curul. Caldas no puede arriesgar tanto, cuando lo que necesitamos es aumentar la representación parlamentaria, máxime ahora que tenemos proyectos y planes a corto, mediano y largo plazo.


Flaco favor le hace la Corte al país, al dejar en este limbo jurídico a personajes que necesitan definir su situación y al dilatar los procesos, extendiendo también la sombra que sobre los individuos se cierne cuando se cuestionan en forma preliminar y mediática y no se asumen las investigaciones con la rigurosidad y la celeridad que se requieren. Porque nadie puede negarle, por ahora, la legitimidad a Mauricio Lizcano para aspirar al Senado de la República, ni se le pueden ocultar sus capacidades para ser congresista; pero si después de un largo y costoso proceso electoral sale triunfante, y la Corte decide algo en su contra, no sólo se habrá perdido todo este esfuerzo y el dinero invertido, sino que los electores verán frustradas sus esperanzas y el departamento quedará con un vacío parlamentario de gran significación.


Dentro del partido de la U en Caldas se han marcado unas grandes grietas que, no por invisibles, pierden su peligrosidad. Se montó una “disidencia” basada en dinero desbordado, prepotencia, maquiavelismo y prácticas innobles (como la de la lástima y la explotación del dolor) y se abusa de la sensibilidad del elector para tratar de convencerlo de que la tragedia es símbolo de fortaleza. Eso no es justo cuando en ese partido hay personajes valiosísimos y de gran poder y representación nacional que tienen resultados concretos y aspiran también con legitimidad. Si el elector indaga un poco, encontrará muchos valores que serán seguros y definitivos a la hora de votar.


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La utilización de jóvenes menores de edad que fueron puestos como mampara en las protestas violentas de esta semana en Manizales, es un acto más innoble aún que los propios hechos que atentan contra la infraestructura de la ciudad y la vida de ciudadanos inocentes. Hemos podido ver a algunos docentes orientar a estudiantes menores en esos brotes de intolerancia, aprovechándose de la influencia que tienen sobre ellos; y como existen registro gráficos, las autoridades pueden extraer de allí las pruebas para sancionarlos. Adicionalmente, es lastimoso que se trate de destruir la ciudad por defender los intereses económicos de grandes mafias nacionales que se oponen a que el sistema de transporte se organice. Después de la conciliación con los transportadores de Manizales, no nos podemos dejar montar una anarquía originada en empresas de otras latitudes que vienen a hacer fracasar el sistema para evitar que se adopte en las demás ciudades. Y mucho menos permitir que miembros del Polo y otros desadaptados sociales utilicen los desmanes para hacer proselitismo a costa del orden de la ciudad y la integridad de sus habitantes.

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