lunes, 8 de marzo de 2010

No es semántica, señor Moratinos

Editorial

El Mundo, Medellín

Marzo 8 de 2010

Ya no podía ocultar su separación del enfoque del señor Rodríguez Zapatero en asuntos medulares de la política española: la lucha contra el terrorismo y sus relaciones con América Latina.

Ayer, los medios de comunicación internacionales informaron con abundancia de la reiteración que el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, hizo de su exigencia al gobierno de Hugo Chávez para que “explique” la presencia de guerrilleros de Eta en territorio venezolano, demanda que acompañó con el anuncio de su determinación de “seguir en la tarea de reducir cualquier espacio de actividad de un miembro de Eta en cualquier lugar del mundo”. Para atender ese propósito, dijo, “esperamos y confiamos en la colaboración del gobierno de Venezuela”. De esta manera, el gobernante confirmó la línea de acción señalada desde que el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, desenmascaró la presencia, tolerada por el gobierno de Hugo Chávez, de Eta y las Farc en el territorio venezolano.

No hay que ser experto en descifrar mensajes entre líneas para identificar la distancia que separa al Jefe de gobierno de su canciller, Miguel Ángel Moratinos, quien sigue actuando en forma errática en una de las circunstancias más complejas de las relaciones exteriores de España en tiempos recientes. Muestra de su deslinde la dio el sábado con el comunicado firmado con Nicolás Maduro, canciller de Venezuela, señalando “su firme voluntad de profundizar su relación amistosa y fructífera, basada en una amplia cooperación en todos los ámbitos, incluyendo el de la lucha antiterrorista”. Este documento pretendía hacer borrón y cuenta nueva en un episodio aun en proceso.

El antecedente más lejano de ese comunicado, que terminó desmentido por el Presidente de gobierno, está en sus declaraciones posteriores a un diálogo con el gobierno venezolano. Entonces, el señor Moratinos dijo a los medios que su esfuerzo se encaminaba a pedir aclaraciones de parte de Hugo Chávez. Inquirido por los periodistas, que de inmediato entendieron las diferencias entre las posturas del gobierno español, el Canciller señaló que “no voy a entrar en una dialéctica semántica, informaciones, explicaciones, aclaraciones, es lo que he dicho”. Así lo quisiera, ya no podía ocultar su separación del enfoque del señor Rodríguez Zapatero en asuntos medulares de la política española: la lucha contra el terrorismo y sus relaciones con América Latina, diferencia que necesariamente habrá de traducirse en la forma que finalmente se escoja para darle solución.

En concordancia con un ejercicio insulso, al que ya le habíamos señalado veleidades peligrosas con los gobiernos autoritarios de América Latina, el señor Moratinos minimiza el hecho de que el pueblo español ha comprometido sus mejores esfuerzos en la lucha contra Eta y que por ninguna razón está dispuesto a retrocesos en los avances militares y políticos, conseguidos con grandes sacrificios de todo el país. Detrás de esa concesión está el modelo de política exterior de faldas asustadas que ignora actitudes ofensivas para evitar que los perros bravos ladren en el corral, que fue lo que hizo el coronel-presidente una vez se conocieron las sindicaciones del juez Velasco.

Como acostumbra cuando es pillado in fraganti, el presidente Chávez arremetió contra el presidente Rodríguez Zapatero, a quien no sólo le notificó que no le daría explicaciones sino que lo retó porque “tienen que respetarnos, merecemos respeto y exigimos respeto”. En su respuesta dio una señal que hacía temer lo que hoy es evidente: la diferencia de criterios con que los miembros del gobierno español enfrentan la situación. En efecto, en medio de su verborrea increpó a Rodríguez Zapatero a “llamar a Moratinos, que él te explique”. Como si la algarabía del presidente venezolano no fuera suficiente, el propio canciller Maduro aportó poniéndose contra el Presidente de gobierno, al señalar que Venezuela no tiene nada que explicar, pues “tenemos un Gobierno apegado al derecho internacional (...) así que la pelota está en el campo de España”. Esto se llama cinismo.

Ante las veleidades de un Canciller que ha optado por una política exterior timorata que ya no sólo se hace de la vista gorda ante las satrapías de sus amigos, especialmente los del Caribe, sino que quiebra los lineamientos de la política exterior española, el presidente Rodríguez Zapatero comienza a hacer equilibrio en la cuerda floja, enviando algunos guiños al gobierno venezolano mientras mantiene la firmeza de sus demandas, que convierte en requisito para la normalización de las relaciones. La evidente dualidad ya es tan clara para los españoles que hasta el diario El País, al que acusan de invisibilizar los yerros de su partido, la destacó.

Con la evidencia de las fracturas del gobierno español en una de sus crisis internacionales más delicadas, quedan los interrogantes sobre la pauta que prevalecerá: ¿Será la del Presidente de gobierno que interpreta el sentir de un pueblo que se decidió a enfrentar y vencer el terrorismo o dominarán las veleidades de izquierdista trasnochado de un canciller que prende velas a Dios y al Diablo? De nuestra parte, hacemos votos porque el presidente Rodríguez Zapatero logre el apoyo político que necesita de su propio partido para develar esta intentona rebelde. Pero no somos optimistas.

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