martes, 2 de marzo de 2010

¿Y ahora que pasará?

Edmundo López Gómez

El Universal, Cartagena

Marzo 2 de 2010


El Presidente, con su respuesta oportuna y terminante de acatar el fallo de la Corte Constitucional que declaró inexequible el referendo, demostró que en Colombia no se juega con el Estado de Derecho.

La decisión, entonces, fue producto de un estadista consciente de sus responsabilidades y no de un ser veleidoso en el poder.

Por supuesto, una persona con tan claro ascendiente en la opinión pública continuará influyendo en la política colombiana por largo rato, cuidando la herencia de la seguridad democrática, como legado histórico, y como política de Estado, la cual no puede ponerse en peligro en las elecciones al escoger su sucesor.

Las expectativas abren un abanico amplio y variopinto.

¿Qué pasará? Comencemos por analizar esas expectativas, poniéndolas en cabeza de los candidatos presidenciales.

Comencemos por preguntar si los partidos de oposición tienen alguna opción de poder. Para responder, habrá que preguntarse si esos partidos están en condiciones de dar la batalla desde el punto de vista de sus fortalezas internas. Parece que no.

Veamos: el liberalismo, bajo la conducción del ex presidente Gaviria, cometió el error inmenso de debilitar sus estructuras, al convertirlo solamente en el partido de los parlamentarios, en contravía del espíritu de la Constituyente de 2000, cuyos estatutos le habían quitado el poder dominante a la rosca de congresistas cuando incorporó a las fuerzas sociales en la orientación del Partido.

El ex presidente se burló de la voluntad constituyente liberal, hasta llevar al PLC, como organización política, al foso de las encuestas, pues no otra cosa significa que el candidato Rafael Pardo solo aparezca con un 6% de opinión. En consecuencia, la opción de poder del liberalismo, en cabeza de su candidato presidencial, es una ilusión.

Se dirá que abierto el abanico presidencial, mejorarán las cosas para el liberalismo; apreciación que solo podría visualizarse si entra en coalición con otras fuerzas políticas y, en este escenario, pensamos que ella no se haría alrededor de la candidatura del doctor Pardo, sino en cabeza de otro candidato: acaso con Peñalosa, uno de los tres tenores, o con Fajardo, en buen lugar en las encuestas. Porque Vargas Lleras ya la descartó.

En cuanto al PDA, sus fisuras internas no le permiten presentarse como fuerza convocante para unir a la oposición, así a su candidato a la Presidencia se le reconozca coherencia ideológica, no extremista. En verdad, hay una diferencia grande entre Petro guerrillero y Petro reinsertado a la política. Su conducta como dirigente civil se ha encargado de marcar esa diferencia.

En cuanto a los candidatos de la baraja conservadora, la consulta interna que se realizará el 14 de marzo, trazará el rumbo, y si llegare a ganarla Noemí Sanín, podría asegurarse que su candidatura adquiriría fuerza suficiente para ponerla entre los candidatos con mayores posibilidades para suceder al presidente Uribe, al lado de Santos y Fajardo.

Vemos, sin embargo, como ganador a Juan Manuel Santos, del partido de gobierno. Podría suceder, incluso, que su candidatura -dado su origen liberal-, se convierta en puente de unión con el PLC, para que éste sea opción de poder en el 2014, a no ser que la Dirección Liberal siga jugando a la insensatez.

*Ex congresista, ex ministro, ex embajador.

No hay comentarios: