Rudolf Hommes
El Tiempo, Bogotá
Febrero 5 de 2010
Las tasas de desempleo e informalidad de Colombia, así como la desigualdad, se encuentran entre las más elevadas de América Latina. A pesar de que el desempleo no subió al 14 por ciento, como se temía, el nivel del 12 por ciento actual no da para sacar pecho. Es una tasa de desempleo muy elevada, más si se tiene en cuenta que la informalidad es alta, y la existencia de dos mercados que coexisten, uno para gente con alto nivel de calificación en el que los salarios son elevados y el desempleo bajo, y otro para gente de baja calificación con alto desempleo, inestabilidad en el empleo e informalidad creciente. Esta situación es una de las razones por las cuales la desigualdad es elevada y refleja que hay un exceso de capacidad que se traduce en mala utilización y desperdicio de capital humano y del potencial productivo.
Este panorama laboral reclama políticas atrevidas e ingeniosas para resolver los problemas. La generación de empleo productivo y la creación de puestos de trabajo para trabajadores de baja capacitación y bajos niveles de escolaridad son posiblemente los retos más apremiantes en el futuro inmediato, y ciertamente temas centrales de la próxima campaña presidencial. Algunos candidatos presidenciales se han dado cuenta de la gravedad del problema y están trabajando en alternativas para responder.
Germán Vargas se refirió ampliamente a los problemas del mercado laboral en su discurso del sábado pasado y les dio a ellos y a la pobreza un papel central en su propuesta política. Rafael Pardo también propuso fórmulas para aliviar la situación y las incorporó a la agenda legislativa de su partido. Sergio Fajardo está trabajando en propuestas para generar empleo. La gente lo está exigiendo y se percibe el desempleo como una preocupación central del electorado, de tal importancia que ha desplazado a segundo plano el tema de seguridad de la lista de prioridades del público.
Rodrigo Botero y Domingo Cavallo, el ex ministro argentino, se han tomado el trabajo de estudiar el problema de los incentivos negativos al empleo que se derivan de los beneficios tributarios a la inversión, las zonas francas y las cargas parafiscales asociadas a la nómina y han hecho una propuesta que figura en el sitio web de Fedesarrollo y en el de Uniandes, y que describe Botero en su artículo de El Colombiano de ayer. Consiste esencialmente en otorgar beneficios fiscales, más o menos equivalentes a los existentes, derogando estos por sus efectos nocivos sobre el empleo a las compañías que aumentan su nómina en términos reales en comparación con una fecha pasada de referencia, y obtener un crédito tributario por el 120 por ciento del aumento en los impuestos a la nómina del nuevo empleo generado.
La propuesta es inteligente, creativa y seguramente va a ser bien acogida por los candidatos. Hay que advertirles que tienen que tener cuidado de que quienes ya se benefician de los pactos de estabilidad no se puedan acoger a los dos regímenes de beneficios, porque pueden terminar no pagando impuestos.
Con el mismo espíritu de esta propuesta, adicionalmente se puede proponer que las personas naturales reciban un beneficio tributario si contratan personal adicional de servicio y los afilian a la seguridad social. Esto ya lo han propuesto algunos candidatos y es una muy buena idea, porque incrementaría la cobertura de la seguridad social y sacaría del mercado informal a mucha gente.
Así como surgieron estas ideas pueden aparecer muchas más. Estas tienen la virtud de haber creado interés sobre la necesidad de crear empleo y mejorar las condiciones de la fuerza laboral. Hay que advertir que estas propuestas no sustituyen pero sí refuerzan las políticas encaminadas a generar mayor crecimiento económico y mayor productividad. El próximo gobierno tendrá que establecer metas ambiciosas de crecimiento económico, año tras año, y obtener un extenso consenso sobre las políticas económicas concebidas para cumplir con ellas.
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